martes, 19 de octubre de 2010

Fabré

Bastó una breve visita a su casa, en el municipio de Manzanillo,  para entender definitivamente el espíritu, el ritmo y la música de uno de los compositores latinos con una obra extensa, inagotable y sedimentada a las mejores raíces de la cultura nacional.
En esa tarde, Calle Siete vio en el brillo de los ojos de Cándido Fabré el pensamiento de Sixta, su mamá, la ternura del amado municipio de San Luis,  en Santiago, y el alma toda de Cuba coqueteando con la inspiración, la urgencia, lo inmediato, lo imperfecto... características con las cuales recrea y entrega, a través de melodías y canciones, la sensibilidad de la gente sencilla del pueblo.
Dueño de una voz personalísima Fabré parte para sus temas de lo circunstancial que habita en el cubano, vivencias y personajes comunes o novelescos para humanizar el arte por encima de lo académico, que para eso cuenta con la maestría de la calle y el destino labrado con las uñas.
Hoy debe haber encontrado sus mejores notas, porque Fabré y sus músicos festejan el aniversario 17 de la creación de la Banda. No es para menos, y por si no lo sabían, no hay en la Tierra una sola mujer o un hombre que asista a sus conciertos que deje de mover algún músculo.¡Felicidades!
¡Ah! Él no sabe que yo lo quiero desde  que saludó a mi madre, un día cualquiera, en una  bayamesa calle, como suelen hacerlo los mejores hijos. Mi madre y yo se lo agradecemos inmensamente.

El ingenioso sonero Cándido Fabré Fabré


por Luis Carlos Frómeta Agüero
Cuentan que en aquel pintoresco paraje de cuyo nombre siempre quiere acordarse, la vieja Sixta hizo de todo para satisfacer la exigencia diaria de la familia: trabajó la tierra, cortó caña, lavó, planchó... pero nunca imaginó que aquel hijo, nacido el 20 de septiembre de 1959, en la mfinca sanluisera de La Guadalupe, se convirtiera en el prolífico improvisador de voz inconfundible y talla universal. 
Este hombre, que de niño luchó contra los molinos de viento y cantó en las esquinas de su pueblito natal, debió llamarse Cándido Veranes Isac, pero el destino le impuso los apellidos de su madre: Fabré Fabré.
Como caballero andante gusta de tropezar para saber que puede levvnatrse con mayor fuerza. Tal vez por eso los años le dulcifican el alma de poeta martiano, de trovador, de cubano comprometido con su tiempo.
Recuerdo aquella noche de agosto de 1983 cuando Dulcinea le abrió el escenario de la Plaza de la cultura de Manzanillo junto a los "Originales de Pachi". Desde entonces trabaja intensamente para, sin pretenderlo, alistarse entre los más versátiles e ingeniosos soneros del mundo.
Considerado como uno de los compositores latinos de fuente inagotable, llamado también el "rey del repentismo" en la música popular cubana, este quijotesco personaje llamado Cándido Fabré Fabré, el hijo de Sixta, el mismo que prefiere el son para la banda, tiene en su canto el filo del machete de Maceo, el fusil de Fidel y en la mente su trinchera de ideas.
Hoy se agiganta en el escenario, levanta la réplica del bastón del Beni, como el primer artista cubano en recibirlo, porque su canto es bandera, cubanía, es paz.