viernes, 23 de mayo de 2014

Lo que soñó Primitivo Maruga en Bayamo




¿Adónde iría a parar el humor que los cubanos portamos en la epidermis, unas veces empleado para reflexionar y otras para no llorar, si no contáramos con creadores como Luis Carlos Frómeta Agüero, -quien preside la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la provincia de Granma- esa persona sociable, campechana y de ojos  observadores de la sociedad?
Esta mañana, con un poco de orgullo y no tan consciente del servicio social que presta,  me ha comentado sobre el preestreno por la Guerrilla de Teatreros, -dirigida por René Reyes Blásquez- de su pieza Lo que soñó Primitivo Maruga, como parte de la decimotercera edición de Primavera teatral, en Bayamo.
La obra, con la que incursiona como dramaturgo, es una comedia, de una hora de duración, cuya trama nos hace guiños de auténtico humor, ese que nos arranca una sonrisa mientras nos regala profundas pinceladas filosóficas, humanistas,  denuncia la incongruencia entre el conocimiento sobre el contenido de un valor social y el sentido personal que este tiene; conductas  y actitudes negativas, en las que prevalecen los intereses materiales, en la compleja  realidad económica de Cuba.
Su desenlace feliz, propio del género, relaja tensiones  y deja en el espectador una enseñanza aleccionadora.
Manzanillo vio nacer a Frómeta Agüero, a la vida y al arte, artista de la plástica, periodista, realizador radial y televisivo, quien ahora prepara  su monólogo Don Juan de la Jiribilla, que pondrá en escena, también,  la Guerrilla de Teatreros.
Hasta Calle Siete ha llegado el influjo del teatro, su escenario ha devenido en ambiente en el cual se mueve con suma comodidad por estos días. Yo estoy tranquila porque el humor al cubano le sale por los poros y estoy lista para escuchar la voz, las palabras, el lenguaje, los asuntos; vivir la gestualidad,  y aprehender la moraleja de una buena pieza.