Bayamo tiene aires de ciudad grande y me ha conminado a citar a José Martí, el más universal de los cubanos, en el ensayo Nuestra América, en el que expresó:
Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la Plata en las raíces de Los Andes.
Sin dudas, nos lega un pensamiento dialéctico, coherente y complejo que responde a las demandas y urgencias de la propia historia de América y de Cuba, de Granma y de Bayamo, la Ciudad Monumento Nacional.
Por eso hoy yo digo que sí, estaré con mis vecinos de Calle Siete en una marcha por la solidaridad y la amistad, y también el decoro, en la que participarán todos los bayameses, preludio del ideal de la América nueva que tiene como raíz central la dignidad plena del hombre.
Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la Plata en las raíces de Los Andes.
Sin dudas, nos lega un pensamiento dialéctico, coherente y complejo que responde a las demandas y urgencias de la propia historia de América y de Cuba, de Granma y de Bayamo, la Ciudad Monumento Nacional.
Por eso hoy yo digo que sí, estaré con mis vecinos de Calle Siete en una marcha por la solidaridad y la amistad, y también el decoro, en la que participarán todos los bayameses, preludio del ideal de la América nueva que tiene como raíz central la dignidad plena del hombre.