lunes, 18 de octubre de 2010

Chela

Chela nació con el nombre de Elia Rosa González Tornés, el 2 de agosto de 1931, en Bayamo. Ella toda parece expresar una fascinante mezcla de sentimientos contradictorios: una proximidad inexplicable entre la tristeza callada, el dolor, por no haber parido,  y al mismo tiempo una sana y agradable sonrisa.
La veo leyendo un ejemplar del periódico de la provincia de Granma, La Demajagua,  y no puedo abstraerme de su pasado de sombras, cual flor de la noche; mientras refleja en su rostro el enigma del tiempo capaz de descubrir lo que puede existir más allá de lo que la vista alcanza.
Es curioso, el peso de su mirada es inequívoco y su sensibilidad, quizás  por los recodos  del camino, a ratos se vuelve sinestesia. Y, puesto que la lengua es solo imagen, en esa trasposición o convergencia de los sentidos trueca la lógica de la causa y el efecto, el evento y sus consecuencias; no hay analogía ni genealogía, no hay historias ni parangones, no hay saberes ni contradicciones; pero no olvida.
Aun así su memoria sirve de resguardo al modo de cómo aprendió a leer y a escribir, en l961, cuando a través de la Campaña de Alfabetización en Cuba, a instancias de Fidel, mucha gente tuvo la oportunidad de saber que existía el abecedario y también encontró la magia  del conocimiento. Calle Siete la respeta.
A personas como Chela, alfabetizada desde entonces, y a los alfabetizadores, el municipio de Bayamo les dedica la decimosexta edición de la Fiesta de la Cubanía que comenzó ayer y culmina el  20, Día de la cultura cubana.