Esta noche hay una gala artística en uno de los mejores teatros de la Ciudad Monumento, el Bayamo, con motivo del Día del trabajador de la Cultura en Cuba, y yo estoy aquí, desde este espacio y tiempo en el universo, con una idea fija en el pensamiento: el cumpleaños de un buen amigo.
Quién hubiera creído que aquel grito anunciador de una nueva vida, hace ya 56 años, iba a poner al alcance de mis ojos, mi amistad y mi asombro, a Eduardo Arsenio Martínez Pérez, ese Técnico medio en elaboración de alimentos, quien de tanto orgullo se da golpes en el pecho mientras recuerda sus inicios en el arte culinario.
Ahí mismo, en el escenario donde convergen el mestizaje de razas y culturas, ese que nos recompone los rostros y la identidad, existe la cocina cubana en toda su expresión.
Hoy, en su casa bayamesa de General García, este cubano, trabajador por cuenta propia, que juega con el tiempo en los brazos y la sazón en las manos, tiene en un lugar especial de la memoria los consejos de Silvio Márquez Aguilar, o Santos, su primer maestro, y en el alma, los recursos necesarios para condimentar la comida, su vida y la de los demás.
Lo sé, Arsenio, el hijo mayor de Petra, es un sabio a la manera del reconocido periodista, escritor y Premio Nobel de la Paz Ernest Hemingway, quien decía que el secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.
Y lo digo aquí en Calle Siete. Ay, Arsenio, si cocinas como caminas ... que Isabel se coma hasta la raspita!!!!!