En el dilema de cuál equipo integrar el de Holguín o el de Pinar del Río, la cercana provincia o la más occidental de Cuba, fue el dilema en el que se debatía Aldo Yasmanis Villavicencio Figueredo, el atleta de fútbol sala, de 25 años, que conocí por casualidad en la casa de Adela, una de las tías que sigue atenta su estatus como deportista de la familia.
Quién iba a imaginar que aquel niño seducido por el fútbol desde que solo contaba con 10 años de edad, en el área especial de la Calle 16, en el reparto Rosa La Bayamesa comenzaría una carrera en este deporte en gradación ascendente hasta integrar el equipo Granma, primera categoría, en el sub-11: segundo lugar en los Juegos Escolares Nacionales de 1997, segundo lugar en las Olimpiadas juveniles nacionales.
Al fútbol sala llegó por Leonel Estrada, quien lo llevó a la eliminatoria de la zonal oriental, en Santiago de Cuba, donde sobresalió como líder goleador, con ocho.
El fútbol sala es un deporte colectivo de pelota practicado entre dos equipos de cinco jugadores cada uno, dentro de una sala de suelo duro. Surgió en 1930 en Montevideo, Uruguay, por el profesor Juan Carlos Ceriani, quien dibujaba con tiza las porterías en la pared, y luego utilizó las de polo acuático.
Así, mientras en Calle Siete se aprende que un partido de fútbol sala dura 40 minutos y se divide en dos tiempos de 20
minutos cada uno, más las pausas de menos de un minuto que los entrenadores
deseen hacer, con un cambio de ritmo brusco para desequilibrar al
defensor y sortearlo sin que tenga tiempo para reaccionar, le pregunto a Aldo sobre sus más inmediatos planes y con la finalidad de marcar otro gol asegura que su pretensión es participar en las universiadas nacionales y mostrar lo mejor de sí en Pinar del Río.