Hay mucho ajetreo en Calle Siete, las vecinas se felicitan de una acera a la otra, y amigos y descendientes de mi madre llegan temprano al convite.
A mí también me llamaron Elisa, Iliana, Alina compañeras de trabajo y también Yanara, la novia de mi hijo. En Cuba es así, no hay distinción el Día de las madres, nos felicitamos aun cuando apenas nos conocemos. Destilamos amor por los cuatro costados, como dice la vox populi.
Ah!, pero este domingo, Día de las madres me levanté contenta. Después de una especie de mirada instrospectiva mantuve una conversación, un poco seria, otro no tanto con la niña que fui. Esa que, de vez en vez, me gusta sacar, que es una "reidora", como decía mi Daniel cuando apenas levantaba tres cuartas de estatura; sensible y que mira su pasado como una buena película romántica.
Mami y yo somos casi la misma persona. Estamos unidas por una conexión especial. Con ella a mi lado puedo mostrarles a todos que la magia realmente existe ... porque está presente en los pequeños detalles que algunos ignoran.
Si tomo su mano dibujaré una sonrisa. Gracias, mami, por enseñarme a sonreír, y por sonreír conmigo. Tengo que darte las gracias por enseñarme a ver la vida de una forma positiva; por hacerme comprender que llorar o reír no me hace débil, sino humana.
Muchas felicidades hoy y siempre!