Hoy
he conocido por Cubadebate que el rey del ajedrez en el mundo tiene un nuevo
nombre: Magnus Carlsen, un joven noruego de solo 22 años de edad.
Como juego de
niña le acerqué mi corazón al tablero cuadriculado de 8x8 casillas hace ya un
tiempo, a instancias de Francisco Mauri Marticorena, quien aún siendo un niño demostraba no solo táctica, lógica y estrategia,
sino dotes de maestro, a la hora de enseñarme el mundo de los reyes, damas, alfiles, torres, caballos y
peones.
Fue por la
paciencia de Frank, su sabiduría para trasmitirme sus conocimientos, que aprendí,
primero a conocer las piezas, luego a moverlas y más tarde el ataque, tratando de desenvolverlas en las 64 posibles
posiciones.
Después
supe que el juego de ajedrez se introdujo en Cuba, traído por los
españoles, a comienzos del segundo decenio del siglo XVI.
El mejor libro de texto de esa época, denominado Libro de la inversión liberal y
arte del juego de ajedrez, fue escrito por el eclesiástico Ruy López de Segura; y
publicado en Alcalá de Henares, España,
en el año 1561.
Su
obra fue la primera en ofrecer lecciones teóricas sustanciales a los jugadores;
aparece en ella el análisis de la famosa apertura que lleva su nombre. Qué
ajedrecista no conoce la famosa apertura de Ruy López?
En
Cuba se le considera no solo un juego, sino un arte, una ciencia. Y en Bayamo fue
desarrollado por Carlos Manuel de Céspedes, quien trascendió a la historia por
darles la libertad a sus esclavos en 1868, en su finca Demajagua.
Y
muchos, muchos años después fui feliz cuando mi Daniel de Jesús participó en la
bayamesa Plaza de la
Revolución en una gigante simultánea de ajedrez con el Gran
Maestro Walter Arencibia, primer cubano Campeón mundial juvenil de la
disciplina.
Calle Siete te espera Frank, le debes una buena apertura y te prometo el próximo jaque mate.