Entre
mis manos y las suyas apenas había cinco minutos de silencio; empero, Mercedes
Rivero (Mercy) la hija de Rodolfo, mi vecino de Calle Siete, sintió todas las
palabras que no pronunciamos en voz alta
y respaldan hoy en Cuba más de ocho millones de personas, mayores de 16 años, de acuerdo con la Ley Electoral, como una necesidad
para el presente y el futuro de la Mayor de las Antillas.
No
se trata de un caso aislado, sino que sucede en todos los colegios más de 24
mil, abiertos de las 7:00 de la mañana –cerrarán a las 6:00 de la tarde-,
apoyados por alrededor de 200 mil autoridades electorales a lo largo y ancho del país, porque se trata
de la elección de delegados a las Asambleas municipales del Poder Popular.
Lisandra
Rondón, la vecina de los altos y yo que pertenecemos a la circunscripción 132,
en el municipio de Bayamo, capital de la suroriental provincia de Granma,
llegamos temprano a ejercer el derecho
que nos da la Constitución de la República y ya había una fila en el colegio
No.1, que radica en la Calle 3, entre 10 y 12, del reparto El Valle.
Hay
muchos colaboradores, jóvenes de la Enseñanza Media, y de la Federación
Estudiantil Universitaria, de la Federación de Mujeres Cubanas, de los Comités
de Defensa de la Revolución y la Organización de Pioneros José Martí.
¡Qué
hermoso! Allí estaban la Bandera de la estrella solitaria y el Escudo. Mientras
dejaba caer la boleta, entre mis manos y las manos de las niñas que custodiaban
la urna se escuchaba perfectamente: ¡Votó!