martes, 24 de abril de 2018

Lenguaje, conocimiento, cultura, poder

Aunque todos tenemos el mismo tiempo: 24 horas al día y 365 días al año, a veces no resultan suficientes para las metas propuestas en la cotidianidad y te das cuenta de que la vida te pone a prueba con situaciones especiales. 
Me pregunto si es que todo ese tiempo no nos alcanza para pensarlo. Este lunes 23, por ejemplo, Día del idioma, deseaba fervientemente tratar de responder sobre mi responsabilidad para reivindicar el poder del lenguaje.
Lo intenté con ahínco una y otra vez; pero no conseguí una gran aclaración: no existe placer mayor, que eduque más y provea de conocimientos que la lectura.
Ante mis ojos esa pequeña lección, que puede resultar en apariencia poco  importante ante la abundante desinformación, la saturación de noticias y los tantísimos ruidos de los nuevos formatos tanto narrativos, como comunicativos.
Y les aseguro mi firme propósito de fomentar, entre los más jóvenes mejor, el amor que se le profesa a un trabajo diario que se realiza, de manera muy especial, con el corazón.
Si dominas esa serie de signos y símbolos escritos desde que el mundo es mundo te puedes sentir un ganador, porque el lenguaje es cultura y también poder.
Quien lee, puede sentir que en la lectura como la puerta de entrada al impresionante y magnánimo mundo del conocimiento mientras respira la privilegiada tranquilidad de saber tanto el significado, como los atractivos de las palabras. 
Entonces mi pretensión es la siguiente: darles, desde Bayamo, Ciudad Monumento Nacional,  capital de la suroriental provincia cubana de Granma, a mis vecinos de Calle Siete lo mejor de mí en el noble oficio de escribir y contar historias.