Cuando
le di a conocer a mi madre que estaba embarazada se alegró no solo por la
noticia de que sería abuela nuevamente, sino porque la familia conservaba la
vasija de cristal y yo le regalaba otro motivo de felicidad en el hogar: comenzar
los preparativos para celebrar la vida, de acuerdo con la idiosincrasia de la
suroriental provincia de Granma.
Junto
a la canastilla para el recién nacido, y la curiosidad para comparar su
parecido con los progenitores y, desde luego, las felicitaciones, en este
territorio de Cuba se brinda aliñao. Como la tradición resulta tan fuerte en Bayamo, es común que los vecinos y
amistades cooperen, sí, porque un garrafón con la bebida no se confecciona de
ahora para ahorita ni siempre están a la mano las frutas requeridas.
Las
raíces de su aparición se pierden en el tiempo y dicen que también se consume
en Islas Canarias y la receta original puede haber sufrido cambios, por eso de
que ha ido transmitiéndose de generación a generación; pero su esencia está
sobre la base del aguardiente de caña y algo muy significativo no hay un buen
aliñao sin almíbar de hojas de higo.
Las frutas
pueden ser variadas como la ciruela, uva, pasas, manzana, piña, higo, cereza,
grosella, mi madre acostumbra a hacerle un dulce al que le añade canela y lo
vierte en el garrafón con el ron en la medida en que van apareciendo las frutas
y se va probando hasta que se encuentre el punto exacto de la bebida.
Hace poco
probé el Ángel Junior, el hijo de Xiomara y Yasmani, vecinos de Calle Siete; y agradezco la iniciativa del cantautor de Candil de nieve y de Cabalgando con Fidel: Raúl Torres, de celebrar en Julia, una comunidad de la periferia de Bayamo, -donde nació en 1996- la Fiesta del Aliñao, con la cual favorece el fomento de los valores identitarios y contribuye, igualmente, con la reanimación cultural de la localidad.