sábado, 1 de mayo de 2010
Primero de Mayo
Si dominara la lírica inobjetable de un buen poeta pudiera describir, con todo su colorido y todo su encanto, las pasiones más reveladoras, quizás, del discurso interior de la más simple de las mujeres o de los hombres que amamos a Cuba –con sus virtudes y defectos- y estuvimos en el desfile de la bayamesa Plaza de la Patria este Primero de Mayo.
En Calle Siete la algarabía comenzó desde bien temprano, Alexei recogió a Robert, Milagro dejó a Yasmani al cuidado de un vecino, y Eugenio, el niño de Vilma, olvidó la gorra; Loraine y Benito llevaron a Laurens María y a Lorena; Lisandra salió con sus compañeros cuando el sol aún no había asomado su rostro más limpio; pero allí estábamos todos.
Así somos los cubanos, constantes obsesivas de una identidad latente en el ritmo, las canciones, la alegría, la fiesta de los trabajadores -que no reclamamos como los mártires de Chicago la jornada de ocho horas- como reflejo de un universo que va más allá de la ficción-realidad, de la relación entre lo humano y lo divino, entre el amor y lo auténticamente maravilloso de su gente.
Hola, Carlos
Carlos, un cubano residente en España, me escribió: "Hoy he perdido el autobús que me llevaba al pueblo donde vivo y por eso he visto tu blog (No estaba planeado así). Yo también nací en Cuba pero no me siento de ninguna parte: el concepto de patria no es algo que me agrade. Me gustaría que conectases conmigo para que me digas como ves el mundo desde allí".
Carlos, te doy las gracias por haber llegado hasta Calle Siete, debe ser muy triste no sentirse de ninguna parte, deseo de todo corazón hurgues en tus sentimientos, y si conoces a José Martí, el más universal de los cubanos, tengas presente alguna vez que dijo que Patria es humanidad. Yo veo a mi Patria y la siento, por ejemplo, en el desfile por este Primero de Mayo y contra las manipulaciones de
Quienes asistimos esta mañana a