Por estos días el alma de Cuba toda vibra en Bayamo, y esta verdad que se multiplica en mis coterráneos provoca murmullos inusitados como expresión máxima de una voz personalísima de identidad.
En este universo, no me cabe ninguna duda, tiene primacía el humanismo del arte, que en la tierra donde se cantó el Himno por primera vez -hace ya 143 años- no requiere, necesariamente de circunstancias coyunturales porque nos ha llegado, como dice Carmela, mi vecina, por información genética.
Ello explica que la XVII edición de la Fiesta de la Cubanía, que comienza el 17 hasta el 20 próximo, Día de la cultura cubana, constituya una alternativa de la cotidianidad bayamesa, con propuestas que incluyen conferencias, eventos teóricos, exposiciones de artes plásticas, ferias de artesanías, espectáculos culturales y muestras de cine, entre otras actividades bien condimentadas para la ocasión.
La cita cultural está dedicada al aniversario 20 de la Casa de la Nacionalidad Cubana y al año de los afrodescendientes, declarado por la UNESCO; y se develará en el Museo de cera de la ciudad una estatua de ese material, de Carlos Manuel de Céspedes, modelada por la familia Barrios.
Calle Siete ya está preparándose para asistir a las diferentes manifestaciones artísticas, y yo seré un poco más feliz escuchando esa canción romántica compuesta por Francisco Castillo Moreno, Céspedes y José Fornaris, que acelera el ritmo de mi corazón cada vez que la escucho: La Bayamesa.
LA BAYAMESA
¿No te acuerdas gentil bayamesa,
Que tu fuiste mi sol refulgente
Y risueño en tu lánguida frente
blando beso imprimí con ardor?
Que tu fuiste mi sol refulgente
Y risueño en tu lánguida frente
blando beso imprimí con ardor?
¿No te acuerdas que en un tiempo dichoso
Me extasié con tu pura belleza,
Y en tu seno doblé mi cabeza
Moribundo de dicha y amor?
Me extasié con tu pura belleza,
Y en tu seno doblé mi cabeza
Moribundo de dicha y amor?
Ven y asoma a tu reja sonriendo;
Ven y escucha amorosa mi canto;
Ven, no duermas acude a mi llanto;
Pon alivio a mi negro dolor.
Ven y escucha amorosa mi canto;
Ven, no duermas acude a mi llanto;
Pon alivio a mi negro dolor.
Recordando las glorias pasadas
Disipemos, mi bien, las tristezas;
Y doblemos los dos la cabeza
moribundos de dicha y amor.
Disipemos, mi bien, las tristezas;
Y doblemos los dos la cabeza
moribundos de dicha y amor.
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