Algunos podrán recurrir a esta o aquella argumentación para dilucidar el aplauso a la película cubana Conducta, la última creación de Ernesto Daranas Serrano, un largometraje de ficción con 100 minutos de duración que ha causado furor no solo en las salas de cine de la suroriental provincia de Granma, sino en toda Cuba.
Sin que tiemblen las musas, la cinta puede verse como un fresco de la sociedad cubana actual, una intención de proyectar cinematográficamente personajes bien delineados en Sonia (Yuliet Cruz), la drogadicta; Pablo (Héctor Noas); o Ignacio (Armando Miguel Gómez), entre otros; mientras contrasta sus conflictos con la imperfección de la vida que llevan.
Calle Siete no puede dejar de recordar, en su humilde conocimiento, que aun cuando algunos estudios y para ciertos caracteres se ha visto que, los genes explican gran parte de la variabilidad individual; Daranas demuestra que la educación, la cultura, la familia y el ambiente social pueden modificar cualquier actitud, amén de la marginalidad, la xenofobia u otros demonios.
Y yo insisto en la habilidad de su guionista para sintetizar artísticamente las experiencias de una buena maestra de la Enseñanza Primaria Carmela (Alina Rodríguez), la relación afectiva que establece con su peor alumno: Chala (Armando Valdés Freire) y el modo de resumir y reivindicar lo mejor del magisterio cubano.