La verdad no se razona; se reconoce, se siente, y se ama, dijo el diplomático, político, periodista, filósofo, poeta y
escritor cubano, cuyo pensamiento trascendió todas las fronteras alcanzando talla universal: José Martí (1853-1895), y esta máxima me llevó a comentarle hoy, aunque han pasado ya varios días y no es noticia, sobre el encuentro de mariachis Tras las huellas de México, celebrado en Bayamo.
Durante dos noches, en el teatro homónimo de la capital de la provincia de Granma, se escuchó la música del pueblo azteca: corridos, rancheras y otras melodías que deleitaron a moradores y visitantes, donde el conjunto anfitrión, Tierra Brava, recibió a sus
similares de Guisa, Yara y Santiago de Cuba, y al proyecto de mujeres Las Guadalupes, de Holguín, que festejaron el Grito de Dolores, considerado como el acto con que dio inicio la guerra por la independencia mexicana.
Numeroso público de todas las edades, incluidos vecinos de Calle Siete, coreó y ovacionó interpretaciones
de piezas emblemáticas del pentagrama de aquel país, especialmente las
del joven de 21 años Orlando Palmero Casanova, quien le cantó a su padre Luis Rey Palmero, el Charro Negro, por su cumpleaños 80.
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