Cuando
en los caminos de la Mayor
de las Antillas se habla de cómo se levanta Guantánamo por encima de los
estragos causados por el huracán y los estudiantes fundamentan los alcances
criminales del bloqueo impuesto Matthew, los 30 años de la Asociación Hermanos
Saíz, joven vanguardia de creadores por Estados Unidos -considerado el mayor
peligro externo de nuestra identidad- a Cuba por más de cinco décadas, en la
provincia de Granma se extiende alta y limpia la luz del día.
En
cualquier pedazo de este suelo, o en el asombro de lo bello que existe en la
consagración a lo cercano, a lo sensible, a lo necesario, a la Patria, que es humanidad y
condición esencial del cubano para ser universal se respira cubanía, por eso
todo es más fácil.
Bayamo,
desde el 17 reciente ha vivido hasta hoy, Día de la cultura cubana, intensas jornadas
de defensa de lo autóctono, con diversas expresiones culturales y
manifestaciones artísticas que alimentaron el espíritu nacional, ese que es
savia de lo mejor de la creación formal y conceptual, por su proyección social
y su compromiso con el pueblo.
Sin
dudas, la Fiesta
ha sido un derroche de buen hacer. Elisa llegó trasnochada a La Demajagua, como
consecuencia de los intercambios con la música de Pancho Amat, Eliades Ochoa y
David Blanco; Luis Carlos Frómeta se refiere con muchos elogios para el acto de
entrega del premio José Joaquín Palma, y todos hablan de la presencia de Miguel Barnet, presidente nacional de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba, Abel Prieto, ministro de Cultura, y otras personalidades de
la intelectualidad como Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias
Sociales y Rogelio Martínez Furé, Premio Nacional de Literatura 2015.
Entre
los atractivos puedo mencionar al evento teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana,
se develó una escultura en cera de Nicolás Guillén, hubo exposiciones de artes
plásticas, descarga de trovadores, poetas y narradores, además de cine, danza y las tradiciones.
Cada
año se celebra aquí el Día de la cultura cubana, como conmemoración del 20 de
octubre de 1868, cuando las tropas mambisas, al mando de Carlos Manuel de Céspedes
liberaron la ciudad de Bayamo y el pueblo entonó por vez primera La Bayamesa, devenido Himno
Nacional.
Existió
coherencia y sutileza en la
Fiesta de la Cubanía,
empero a Isabel Arias Machado, mi prima, que llegó a Calle Siete desde el Mariel lo que más le
impresionó fueron las estatuas vivientes.
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