Cuando conocí por el periódico La Demajagua que Mayra Cutiño Tornés, (67-73), una de las hijas de mi tía Aracelis obtuvo una de las seis medallas de oro de la suroriental provincia de Granma en el certamen doméstico, de levantamiento de pesas de la Asociación de Limitados Físico-Motores (Aclifim), sentí galopar mi corazón por la emoción.
Hace meses no la veo, ni voy por las orillas del río Bayamo, donde vive ... y con la noticia, en pocos segundos más de cien pensamientos pasaron por mi mente, no solo por el orgullo que sentiría esa hermana querida de mi madre, sino porque soy testigo de los desvelos de Cuba por incorporar al deporte a jóvenes con discapacidad, estén o no asociados a la Aclifim.
Una de las últimas veces que anduvo por Calle Siete me aseguró que con la práctica del halterismo adaptado, su vida ganó nuevo sentido, confianza en sí misma, autoestima y más responsabilidad con su entrenador y las integrantes de su equipo, quienes ya han pasado a formar parte importante de su familia.
Esta tarde pasé por la Sala techada 12 de Enero, de la Ciudad Monumento Nacional, el lugar donde compitió, y aunque no recuerdo en qué momento mi prima Mayra sintió verdadera inclinación por las pesas, ni qué fuerza interior la llevó hasta el levantamiento, comprendí que ya le resulta imposible prescindir de ese deporte.
Ella no lo sabe y ya concluyó la edición 18, pero me he prometido acompañarla en las próximas competencias.