Cuando llegué a la casa mi hermana Ana estaba esperándome para leer en la Gaceta Extraordinaria No.7 los dos decretos leyes y cuatro resoluciones que extienden la protección y los beneficios de la maternidad, no por ella, sino por su hija Lisandra Rondón, una profesional de la Salud, de 27 años y con solo una niña.
El Decreto-Ley No.339: De la maternidad de la trabajadora, por ejemplo, emitido por el Consejo de Estado en Cuba, establece que si la madre decide reincorporarse al trabajo, luego de concluida la licencia pre y posnatal, y antes de que el bebé cumpla el primer año de vida, podrá simultanear la prestación social a que tiene derecho con su salario.
Me alegra infinitamente la preocupación del Estado por estimular la natalidad, la incorporación y reincorporación de la mujer al trabajo y la participación de otros familiares -abuelos, si son trabajadores- en el cuidado y atención de los menores.
Si esta medida hubiera llegado antes, lamentaba Milagro, una vecina de Calle Siete, quizá yo hubiera parido otro niño; Xiomara dejaba ver su satisfacción porque ahora Gretel tiene cinco meses, y, decida lo que decida, no solo no será afectada económicamente, sino que estará protegida, mientras referían la inclusión de la trabajadora por cuenta propia.
Asimismo, el Decreto-Ley No.340 modifica varios regímenes especiales de la Seguridad Social para reconocer como tiempo de contribución aquellos períodos en los
cuales la trabajadora se encuentra en el disfrute de la maternidad, enferma o
accidentada y que sea exonerada de la obligación de pago.
Igualmente, se legitiman procedimientos para el ingreso de los pequeños a los círculos infantiles y seminternados y el pago a estas instituciones de acuerdo con el número de hijos; además de que se beneficia a las madres del sector no estatal con dos o más hijos menores de 17 años, con una reducción de un 50 por ciento en las cuotas mensuales de los impuestos sobre los ingresos personales.
Ya Ana le sugirió a Lisandra que tenga otra criatura, Alina se lo pidió a Alinita, estimulo a Yamiselis, una de mis colegas más jóvenes, en tanto espero que Daniel se case y me deje disfrutar de más de un nieto, o, quién sabe si en medio de tanta euforia hasta se me ocurra volver a parir.
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