La casa de Mireya, que heredó de Pepín, su padre, es particular y cuando las tablas del garaje cayeron sin concierto, el ruido que despertó a sus vecinos rompió el silencio de aquella madrugada, estremeció a Calle Siete.
Ubicada entre la 10 y la 12 del reparto El Valle, en Bayamo, en la suroriental provincia de Granma, ya estaba pidiendo a gritos una reparación capital e inevitablemente, los aires del tiempo esparcieron parte de la existencia de la mujer que apenas asoma su rostro y se hace acompañar de su madre.
¡Ah!, pero lo real maravilloso que tienen los barrios en Cuba está en la ayuda solidaria y desinteresada de los más cercanos. Esta vez Mercedes Rivero se ha convertido en su alma samaritana, un joven corazón con más voluntad que salud, y quien, junto a Bárbara Maceda, la delegada del Poder Popular, de la circunscripción 140, de la zona 70, cada vez más comprometida con los disímiles asuntos de la comunidad.
Lo
cierto es que todo ha resultado más fácil y cómodo por la decisión del
Gobierno cubano de brindar mayor protección a familias vulnerables y
beneficiar a personas naturales con la entrega de subsidios destinados a
la compra de materiales de construcción y el pago de la mano de obra
para iniciar, reparar o rehabilitar viviendas.
Las
partidas presupuestarias para respaldar esos gastos provienen de los
ingresos por la venta de insumos constructivos a precios liberados,
financiamientos que quedan en los presupuestos locales para agilizar el
proceso de entrega.
A Mercy solo le bastaron dos meses y medio para replantear y dejar pintadita la casa que ahora disfrutan Mireya y su mami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario