Un
secreto a gritos en este planeta globalizado lo constituye el nacimiento del
mundo de la web y de la cultura del click, en la cual todos somos y nos
sentimos dueños de la información, además de que nos arrogamos el derecho de polemizar o simplemente expresar nuestros criterios, aun cuando nos falten argumentos sobre determinado tema
o asunto.
Claro
que podemos permitirnos el lujo de opinar, de escribir en la red de redes lo
que queramos; pero, ¿tendrá sentido lógico si no domino el contenido de la
materia en cuestión?, ¿existe una cultura suficiente para decir sin crear confusiones?,
si hay falsas noticias ¿podré combatirlas?, ¿qué es real y qué no?
Con
estas preguntas dándome vueltas en la cabeza me sorprendo esta mañana mientras
camino por Calle Línea, una de las arterias más transitadas de Bayamo,
municipio capital de la suroriental provincia cubana de Granma.
Y
llegan, seguramente, porque se acerca el Día internacional del periodista, que
se celebra el 8 de septiembre, como homenaje a Julius Fucik, quien fue
ejecutado en Berlín en 1943. Su Reportaje al pie de la horca, sacado hoja por
hoja de la cárcel, se publicó por primera vez en 1945, cuando terminó la
Segunda Guerra Mundial y traducido a más de 80 idiomas.
Pienso
en ese escritor y periodista checo y Calle Siete se detiene en la importancia
de la autopreparación, en la calidad del producto que se entrega a los lectores, en
las noticias veraces, contrastadas, en las fuentes, en la honestidad, el
alcance de su significado y en la crítica razonada.
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