Calle Siete les propone las palabras de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, en el acto por el Día de la cultura cubana, en Bayamo, capital de la provincia de Granma.
Queridas amigas y
amigos:
Recuerdo vivamente,
hace 50 años las conmemoraciones por el centenario del grito de independencia
de Céspedes, Demajagua. Recuerdo mis conversaciones con aquella gran mujer que
fue Alba de Céspedes, nieta del Padre de la Patria, y también las no menos importantes
y decisivas para mí, como Hortensia Pichardo, la profesora y maestra de cubanía,
y su esposo Fernando Portuondo, ambos habían trabajado impetuosamente en la
documentación cespediana y, por ende, en la historia de Bayamo.
A partir de ese
momento mi vida tomó otro camino, y tuve la excepcional oportunidad, gracias a José
de la Luz León, cuyo seudónimo en el mundo intelectual y periodístico era Clara
del Claro Valle, de trabajar El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, que
abordaba los últimos tiempos de su vida política, fundamentalmente, aquellos
que van desde su deposición hasta su muerte en San Lorenzo.
Bayamo entró
entonces a formar parte de mi vida de una manera intensa, quise a Bayamo y fue,
precisamente en la ciudad de Bayamo,
donde tuve el honor de recibir la condecoración suprema que ofrece la nación a
la intelectualidad cubana, me refiero a la Orden Félix Varela de Primer Grado.
Bayamo está en mi
memoria y en mi corazón y está en el ardiente discurso de Fidel de aquel 10 de
octubre, en el cual sienta las bases para la interpretación objetiva y justa de
la historia. Partiendo de su gran cultura, de su conocimiento profundo de lo
cubano, Fidel aborda la figura de Céspedes y de los hombres que le acompañaron
aquel día.
Explica la
trascendencia y grandeza del acto del 10 de octubre, que es un acto
fundacional, es el día en que se proclama la independencia de Cuba y el acto
virtual de abolición de la esclavitud, a partir no ya del documento leído por
Céspedes aquel día como fundamento del levantamiento, sino por su acción
personal al liberar a los suyos propios.
Claro está de que él
tenía una convicción profunda de que el sistema esclavista estaba vencido, de
hecho la investigación histórica posterior ha demostrado con creces como ya las
últimas zafras en Demajagua se hicieron con trabajo asalariado, lo cual
significaba un paso adelante en la historia.
Bayamo fue su cuna
y Bayamo es el cofre donde se conservan las tradiciones más profundas y más
intensas que rodean la acción del 10 de Octubre y que coronan el esfuerzo del
pueblo cubano por su libertad.
Con razón profunda
Máximo Gómez Báez, más tarde El Generalísimo del Ejército Libertador de Cuba,
escribe que a Bayamo reservará la historia un lugar especial porque allí nadie,
absolutamente nadie, reservó nada para sí, todo fue entregado en el acto de,
primero, proclamar la primera capital de la revolución por Céspedes y sus
compañeros; segundo, haber colocado en el centro de la Plaza de Armas aquel
cartel que insultó tan profundamente al adversario, Plaza de la Revolución, primera
Plaza de la Revolución; sino también el haber constituido la primera forma de
un poder popular revolucionario, al elegir en el ayuntamiento de Bayamo a
miembros que, jamás en las condiciones anteriores, se habían podido sentar en
él: regidores negros, españoles liberales, criollos cubanos convencidos de la
causa de la independencia, confraternizaron en esa idea.
Las logias
bayamesas fueron de altísima significación para la historia de Cuba y particularmente
aquella en la cual Céspedes vive en el secreto de la fraternidad la esperanza
de una Cuba libre y futura.
Junto a él aparecen
hombres que son hoy monumentos de la dignidad cubana: Francisco Vicente
Aguilera, vicepresidente de la República después de la reunión trascendental de
Guáimaro en territorio de Camagüey, y desde luego, Pedro Figueredo, su
compañero de infancia, su amigo entrañable que compartió tan intensamente sus
ideas.
Precisamente, si
el 10 de Octubre es importante, el 20 de Octubre, proclamado Día de la cultura
nacional cubana, lo es también con igual fuerza, porque ese día la poesía, la
música y el sentimiento patrio se unieron cuando, en las gradas de la Iglesia
Pparroquial Mayor, hoy Catedral de Bayamo fue interpretado por primera vez el Himno
Nacional cubano.
El Himno con la
letra que, según la tradición sobre la montura de su caballo y a partir de una
exigencia popular, Don Pedro escribió, para distribuirlo manuscrito luego y mil
veces repetido de mano en mano.
Fue su hija Candelaria
Figueredo la que entró en Bayamo vestida de Cuba, quiere decir de blanco,
llevando el gorro frigio y la estrella solitaria, y los atributos de la bandera
de Cuba, fue la que ingresó en Bayamo aquel día de la gran victoria.
El Himno Nacional,
la entrada de Céspedes bajo palio, luego, en la Catedral, el tedeum para
conmemorar la victoria primera de la revolución, nos hace recordar tantas
cosas, tantas cosas que solamente puedo decir que siento en mi corazón, no solamente
los acordes del Himno, sino aquel precioso canto de Sara González en el cual
habla del sentimiento de nuestra primera victoria y la primera victoria de la
revolución fue la toma de Bayamo, la primera victoria de la revolución fue la
constitución de ese gobierno popular, la primera victoria de la revolución fue
precisamente el 20 de Octubre el nacimiento con el Himno de un día para la
cultura de Cuba.
Al pueblo de Bayamo,
a sus heroicas mujeres, a sus hombres, a los que dieron fuego a la ciudad
convertida en una nueva Numancia, que ardió en medio de la llanura y estuvo al
alcance de la vista de los prismáticos
de los oficiales españoles que avanzaban en columnas cerradas para recuperar
aquel primer bastión.
Bayamo se
multiplicaría luego en Cuba, toda Cuba fue Bayamo, todos somos Bayamo, y cuando
interpretamos en la escuela y cualquier canto público y en cualquier lugar de
la tierra el Himno Nacional de Cuba, recordamos siempre a Bayamo; y cuando en
medio de una expresión romántica, poética, de amor recordamos el canto a las
puertas de la casa y junto a la ventana de una bella bayamesa, la canción
compuesta por aquellos patricios entre los cuales Céspedes era uno de los más
importantes, de los más trascendentales,
de los que haría un aporte decisivo al futuro, recordamos también a
Bayamo, al género musical, al espíritu de la mujer bayamesa del pueblo de Bayamo.
Para ustedes, en
el 150 aniversario de la independencia, en la conmemoración del 150 aniversario del Himno, en la conmemoración de tantas y tantas luchas en las que Bayamo ha
participado, en su heroica presencia el 26 de julio de 1953, en el asalto al
cuartel que llevaba el nombre del Padre de la Patria, para ustedes, hoy nuestro
saludo, mi felicitación, mi ardorosa presencia junto a ustedes y todo mi corazón.
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