Quién me iba a decir que en mi destino estaría conectarme al
conocimiento de las tecnologías de las comunicaciones, participar de una
verdadera globalización de la información, y no solo compartir, sino incluir, ayudar
a tantísimas familias mediante el poder de las redes sociales?
Imagino que Facebook es una mesa grande para todos los brazos. En el muro de Luis Carlos Frómeta Agüero, el presidente de la Uneac en la suroriental provincia de Granma es recurrente un mensaje de una cubana que reside en otro país solicitándole que, por favor, localice a una parte de su familia.
De este lado de acá, mi amigo pregunta por un apellido que conozco desde que el periódico La Demajagua me hizo un guiño seductor y me envolvió en la magia de las letras, los signos, el plomo, los linotipos y el ABC de la corrección que me enseñó Edilberto Tarancón.
En mi cabeza continúa la imagen de aquel colega que después, pasó el Servicio Militar y tuvo la oportunidad de acogerse a la Orden 18, por esa vía estudió Estomatología y actualmente presta sus servicios como médico en la tierra de Hugo Chávez: Venezuela.
Calle Siete se despereza y busca mi nombre en esas herramientas mediante las cuales se puede compartir archivos, imágenes, link y videos, comunicarse en tiempo real, hacer amistades y socializar solo con una dirección de email.
Colorín, colorado: Frómeta logró contactar a la familia de su amiga. Supe de la vida de Edilberto. Nos hablamos luego, ahora voy a conectarme.
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