Un exclusivo acontecimiento o, tal vez, un excepcional ejemplo de comunicación multitudinaria como el ocurrido este 20 de julio, el mundo lo mantendrá en su memoria y provocará comentarios y expectativas por mucho tiempo: después de 54 años, la Bandera cubana ondea nuevamente en Washington: Cuba cuenta con embajada en Estados Unidos y este con la suya en La Habana.
Mientras la veía hermosa, altiva, digna, casi tocando las nubes mediante la fotografía de Ismael Francisco Gonzalez Arceo y por la Televisión nacional, que reflejó el hecho durante su programación del día y todavía nos deja conocer la repercusión en tantísimos medios de comunicación, organismos y organizaciones internacionales meditaba en sus sueños de justicia social y en la primacía del humanismo que representa.
No está dicho todo aún; ya lo dijo el Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, se abre la oportunidad de empezar a trabajar para fundar unas relaciones bilaterales nuevas y distintas a todo lo anterior.
Y continuó: ¨Solo la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero que
tanto daño y privaciones ocasiona a nuestro pueblo, la devolución del
territorio ocupado en Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba
darán sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy¨.
Este lunes el Himno de Bayamo me estremeció hasta los huesos. Amigos de la red social Facebook reconocieron la buena voluntad de ambos países y me felicitaron partiendo de las nuevas circunstancias en el escenario mundial, no obstante estar incompleta; Calle Siete quiere pensar que en lo adelante nuestros pueblos puedan reconocerse en procesos y sucesos convertidos en alternativas de la cotidianidad con independencia y sin injerencia de ningún tipo.
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