Viene y va por Calle Siete con deseos de comerse al mundo, sin punto fijo en el horizonte y sin pensar, quizás, que los sueños no tienen límites ni que el amor es como un camino que nunca acaba y está en todas partes.
Todos la miran cuando pasa y sé que todos aprecian el bondadoso y angelical rostro de Josefa Oro Boza, esa joven de 17 años que comenzará el duodécimo grado en septiembre venidero y que Yoannia, su madre, opina que anda muy de prisa por la vida.
Hoy conversamos y no dejó de hablar de su quehacer en la delegación de
Así entre evocaciones por la efeméride y mis estremecimientos por los piercing en la nariz, la boca y el ombligo de esta muchacha convinimos en que hay algo cierto: no son inútiles la verdad y la ternura.
No te apures, Fefi, no puedes conseguir lo que quieres si no sabes lo que quieres. Finalmente los sueños se rendirán a tus pies y no habrá otra como tú.