A Dilcia Capote Aleaga la conocí en Calle Siete, este 23, mientras la delegación uno, del bloque 33, de la Federación de Mujeres Cubanas, a la que pertenezco, celebraba la creación de la organización femenina y brindaba con un té hecho por Magalis Figueredo, miembro también del ejecutivo del CDR, quien siempre está atenta a cualquier efeméride como pretexto para reunir a la gente y compartir en familia.
En su rostro dulce, su voz suave y sus 80 años a cuestas, no podía imaginarme que encontraría una vida tan bonita. Ella vino de Palmarito de Jiguaní a Bayamo tejiendo una historia indisolublemente ligada a las tareas donde era, y continúa siendo, más útil, aun cuando tiene dos grandes operaciones, una de estas radical de mama.
Por la mirada limpia y llena de amor por Cuba y su desempeño en disímiles actividades ha obtenido muchos reconocimientos, pero lo que más la ha conmovido fue su participación en el II Congreso de la FMC, del que recuerda a dirigentes como Fanny Edelman, secretaria general de la Federación Democrática Internacional de Mujeres; de Valentina Tereshkova, primera mujer cosmonauta, presidenta del Comité de Mujeres Soviéticas; de Ángela Davis, la destacada luchadora norteamericana.
Con brillo en los ojos Capote Aleaga habla de Vilma Espín, presidenta de la FMC y de la presencia de Fidel Castro, nuestro Comandante en Jefe, quien estimuló y alentó siempre a las congresistas, aquellos días de noviembre de 1974.
Mujeres como Dilcia son como el amanecer de cada nuevo día llenas de esperanza y alegría.
Mujeres como Dilcia son como el amanecer de cada nuevo día llenas de esperanza y alegría.