Una algarabía inusual me ha despertado esta mañana de septiembre. Ya sé, es que este lunes muestra -y no solo para mí- el encanto de su perfil humano, romántico y creador que venían anunciando la televisión y otros medios de comunicación masiva: comienza el año escolar 2010-2011 en Cuba.
Y no lo dude, este es el mejor argumento para que los muchachos de Calle Siete en edad escolar continúen superándose académicamente convencidos de que, como nos enseñó José Martí, en los libros se puede aprender "lo que se hace en los talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes que en los cuentos de magia y son magia de verdad, más linda que la otra (...)".
La provincia de Granma -que viene construyendo, reparando y/o remodelando sus instituciones desde que finalizó el período lectivo pasado- tiene aseguradas las condiciones mínimas necesarias y los recursos para un curso con calidad.
!Ay!, Lorena Marais llora y llora sin parar; a la altura de sus tres años de vida no puede comprender el porqué ella no viste de uniforme mientras Laurens María se aferra a la mano de Loraine Infante, su mamá, para cruzar la avenida que la conducirá -sin que le cueste un solo centavo a su familia- justamente a una experiencia inolvidable: su primer día de clases.
Y no lo dude, este es el mejor argumento para que los muchachos de Calle Siete en edad escolar continúen superándose académicamente convencidos de que, como nos enseñó José Martí, en los libros se puede aprender "lo que se hace en los talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes que en los cuentos de magia y son magia de verdad, más linda que la otra (...)".
La provincia de Granma -que viene construyendo, reparando y/o remodelando sus instituciones desde que finalizó el período lectivo pasado- tiene aseguradas las condiciones mínimas necesarias y los recursos para un curso con calidad.
!Ay!, Lorena Marais llora y llora sin parar; a la altura de sus tres años de vida no puede comprender el porqué ella no viste de uniforme mientras Laurens María se aferra a la mano de Loraine Infante, su mamá, para cruzar la avenida que la conducirá -sin que le cueste un solo centavo a su familia- justamente a una experiencia inolvidable: su primer día de clases.