Miedo tuve, no lo niego, pero mientras caminaba muy de mañana por el cementerio observaba varias lápidas que expresan por sí mismas las tantísimas historias de la idiosincrasia, vida y muerte que guarda ese sagrado lugar.
Por ejemplo, el de Bayamo, es considerado como de gran riqueza cultural representada por tumbas con altos valores artísticos y patrimoniales, en su mayor parte realizados en mármol y granito, además de que pueden distinguirse diferentes estilos arquitectónicos, como el ecléctico, racionalista y art decó en criptas, panteones, oratorios, cruces, cubiertas, cercados, amorcillos (niños pequeños y alados), entre otras creaciones.
Mi madre, dispuesta
siempre a multiplicar la sabiduría popular cubana, asegura que los
mencionados sitios están repletos de personas imprescindibles y que esos
seres tienen su propio lenguaje. Yo sé que es verdad.
En la necrópolis bayamesa se encuentra la única estatua a cuerpo completo tallada en mármol de Carrara, Italia, existente en Granma, territorio del suroriente de Cuba, y pertenece al ilustre abogado Elpidio Estrada.
No hay guía; pero muchos se detienen ante la áspera piedra de la poetisa María Luisa Milanés (María Luisa Enriqueta del Carmen Milanés 1893-1919), o Liana de Lux, quien a los 26 años de edad se disparó un tiro en su hogar bayamés.
Epitafio
Quiero una piedra blanca y no pulida
Sobre la tierra que mis huesos cubra,
Sin cruz, que una muy grande arrastré en vida.
No quiero que ninguno se descubra
Al detenerse ante la tumba oscura
De quien murió de angustias y amargura.
Ni un nombre, ni una fecha, ni unas flores.
Quiero sobre la piedra, ni oraciones,
Ni llantos ni recuerdos; mis amores
Que olviden, y también mis aflicciones,
Los que en la vida vieron en voltario
Giro mis pasos por la senda umbría…
¡Silencio y paz para la tumba mía!
¡Por lo menos allí ni un comentario!
También reposan allí, los restos de Sindo Garay (Antonio Gumersindo Garay García 1867-1968), uno de los más altos exponentes de la trova tradicional cubana, entre otras personalidades.
Siento mucho respeto por la vida ... y la muerte, Calle Siete también.