Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la III Cumbre de la CELAC, Costa Rica, el 28 de enero de 2015, “Año 57 de la Revolución”.
Estimado Presidente Luis Guillermo Solís;Estimadas Jefas y Jefes de Estado o de Gobierno de América Latina y el Caribe;
Estimados Jefes de Delegaciones e invitados que nos acompañan:
Nuestra América se ha adentrado en una época nueva y ha avanzado,
desde la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, en sus objetivos de independencia, soberanía sobre sus
recursos naturales, integración, construcción de un nuevo orden mundial,
justicia social y democracia del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo. Existe hoy un compromiso con la justicia y el derecho de los
pueblos superior al de cualquier otro período histórico.
Juntos, somos la tercera economía a nivel mundial, la zona con la
segunda mayor reserva petrolera, la mayor biodiversidad del planeta y
con una alta concentración de los recursos mineros globales.
Desarrollar la unidad en la diversidad, la actuación cohesionada y el
respeto a las diferencias seguirá siendo nuestro primer propósito y una
necesidad ineludible, porque los problemas del mundo se agravan y
persisten grandes peligros y recios desafíos que trascienden las
posibilidades nacionales e incluso subregionales.
En el último decenio, las políticas económicas y sociales y el
crecimiento sostenido, nos permitieron enfrentar la crisis económica
global y posibilitaron una disminución de la pobreza, el desempleo y la
desigual distribución de ingresos.
Las profundas transformaciones políticas y sociales llevadas a cabo
en varios países de la región han traído la dignidad a millones de
familias que han salido de la pobreza.
Pero la región de América Latina y el Caribe es aún la más desigual
del planeta. En promedio, el 20% de los hogares con menores ingresos
capta el 5% de los ingresos totales; 167 millones de personas sufren
todavía de la pobreza, uno de cada cinco menores de 15 años vive en la
indigencia y la cifra de analfabetos supera los 35 millones.
La mitad de nuestros jóvenes no tienen educación secundaria o noveno
grado de enseñanza, pero en el sector de menos ingresos no la completa
el 78%. Dos tercios de la nueva generación no llegan a la universidad.
Crecen las víctimas del crimen organizado y de la violencia que amenazan la estabilidad y el progreso de las naciones.
¿Qué pensarán las decenas de millones de marginados acerca de la
democracia y los derechos humanos? ¿Cuál será su juicio sobre los
modelos políticos? ¿Qué opinarán acerca de las leyes electorales? ¿Es
esta la sociedad civil que toman en cuenta los gobiernos y las
organizaciones internacionales? ¿Qué dirían si se les consultara sobre
las políticas económicas y monetarias?
Poco tienen que mostrar a nuestra región, en estos aspectos, muchos
de los Estados industrializados donde la mitad de sus jóvenes están en
el desempleo, se descarga la crisis sobre los trabajadores y los
estudiantes a los que se reprime, mientras se protege a los banqueros,
se impide la sindicalización, se paga inferior salario a las mujeres por
trabajo igual, se aplican políticas inhumanas contra los inmigrantes,
crece el racismo, la xenofobia, el extremismo violento y tendencias
neofascistas, y donde los ciudadanos no votan porque no ven alternativa a
la corrupción de la política o saben que las promesas electorales se
olvidan muy pronto.
Para alcanzar la llamada inclusión social y la sostenibilidad
ambiental, tendremos que crear una visión propia sobre los sistemas
económicos, los patrones de producción y consumo, la relación entre el
crecimiento económico y el desarrollo y, también, sobre la eficacia de
los modelos políticos.
Debemos superar las brechas estructurales, asegurar educación
gratuita y de alta calidad, cobertura universal y gratuita de salud,
seguridad social para todos, igualdad de oportunidades, lograr el
ejercicio pleno de todos los derechos humanos por todas las personas.
Dentro de tales esfuerzos, será elemental deber la solidaridad y la
defensa de los intereses del Caribe y, en particular, de Haití.
Se precisa un nuevo orden económico, financiero y monetario
internacional, donde tengan cabida y prioridad los intereses y
necesidades de los países del Sur y de las mayorías, donde no
prevalezcan los que impone la concentración del capital y el
neoliberalismo.
La Agenda de Desarrollo después del 2015 debe ofrecer soluciones a
los problemas estructurales de las economías de la región y generar los
cambios que conduzcan al desarrollo sostenible.
Es también imprescindible construir un mundo de paz, sin el cual es
imposible el desarrollo, regido por los Principios de la Carta de las
Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
La firma por los Jefes de Estado y Gobierno de la Proclama de América
Latina y el Caribe como Zona de Paz, significó un paso histórico y
ofrece una referencia para las relaciones entre nuestros Estados y con
el resto del mundo.
La solidaridad en Nuestra América será decisiva para hacer avanzar los intereses comunes.
Expresamos enérgica condena a las inaceptables e injustificadas
sanciones unilaterales impuestas a la República Bolivariana de Venezuela
y a la continuada intervención externa dirigida a crear un clima de
inestabilidad en esa hermana nación. Cuba, que conoce todas esas
historias profundamente por haberlas padecido durante más de 50 años,
reitera su más firme respaldo a la Revolución Bolivariana y al Gobierno
legítimo conducido por el presidente Nicolás Maduro Moros.
Nos unimos a la República Argentina en su reclamo de las islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos
circundantes. Apoyamos a la nación suramericana y a su Presidenta
Cristina Fernández, que enfrenta los ataques de los fondos especulativos
y las decisiones de cortes venales, violatorias de la soberanía de ese
país.
Reafirmamos la solidaridad con el pueblo y gobierno de Ecuador, que
preside Rafael Correa, en apoyo a sus demandas de reparación por los
daños ambientales provocados por la trasnacional Chevron en la amazonia
ecuatoriana.
Como hemos dicho en otras ocasiones, la Comunidad estará incompleta
mientras falte Puerto Rico. Su situación colonial es inadmisible, y su
carácter latinoamericano y caribeño no admite lugar a dudas.
En el proceso de paz de Colombia, son significativos los acuerdos
alcanzados por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia – Ejército del Pueblo en la Mesa de Conversaciones que se
desarrolla en La Habana. Nunca antes se había avanzado tanto en la
dirección de alcanzar la paz. Cuba, en su condición de garante y sede de
estas conversaciones, proseguirá brindando las facilidades necesarias y
contribuyendo en todo lo posible al fin del conflicto y la construcción
de una paz justa y duradera en la hermana Colombia.
Daremos resuelto apoyo, como hasta ahora, al justo reclamo de los
países del Caribe de reparación por los daños de la esclavitud y el
colonialismo, así como nos opondremos resueltamente a la decisión de
privarlos de recursos financieros imprescindibles con pretextos
tecnocráticos al pretender considerarlos de renta media.
Saludamos los excelentes progresos alcanzados en el Foro CELAC-China y en los vínculos de la región con el grupo BRICS.
Reiteramos la preocupación por los enormes y crecientes gastos
militares impuestos al mundo por Estados Unidos y la OTAN, así como el
intento de extender la agresiva presencia de esta hasta las fronteras de
Rusia, con la cual tenemos históricas y fraternales relaciones,
mutuamente provechosas. Declaramos enérgica oposición a la imposición de
sanciones unilaterales e injustas contra esa nación.
La creciente agresividad de la doctrina militar de la OTAN y el
desarrollo de guerras no convencionales, que ya han tenido devastadoras
consecuencias y graves secuelas, amenazan la paz y la seguridad
internacionales.
Para Cuba, el principio de igualdad soberana de los Estados y de autodeterminación de los pueblos es irrenunciable.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas debe
usar sus facultades para preservar la paz y la seguridad internacionales
ante los dobles raseros, excesos y omisiones del Consejo de Seguridad.
No debe esperar más para asegurar su plena membresía a Palestina, a
la que expresamos la solidaridad del pueblo y gobierno cubanos. Debe
cesar el veto en el Consejo de Seguridad para garantizar impunidad a los
crímenes de Israel.
África, donde están también nuestras raíces, no necesita consejos ni
intromisión, sino transferencia de recursos financieros, tecnología y
trato justo. Siempre defenderemos los intereses legítimos de las
naciones con las que luchamos hombro con hombro contra el colonialismo y
el apartheid y con las que sostenemos fraternales relaciones y
cooperación. Siempre recordaremos su invariable solidaridad y apoyo.
La voz de Cuba defenderá sin descanso las causas justas y los
intereses de los países del Sur y será leal a sus objetivos y posiciones
comunes sabiendo que Patria es Humanidad. La política exterior de la
Revolución cubana seguirá siendo fiel a sus principios.
Estimadas y estimados colegas:
El pasado 17 de diciembre, regresaron a su Patria los luchadores
antiterroristas cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio
Guerrero, que junto a Fernando González y René González son para
nosotros motivo de orgullo y ejemplo de firmeza.
El Presidente de Estados Unidos reconoció el fracaso de la política contra Cuba
aplicada por más de cincuenta años y el completo aislamiento que ha
provocado a su país; el daño que el bloqueo ocasiona a nuestro pueblo y
ordenó la revisión de la obviamente injustificable inclusión de la isla
en la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo Internacional.
También ese día, anunció la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con nuestro Gobierno.
Estos cambios son el resultado de casi siglo y medio de heroica lucha
y fidelidad a los principios del pueblo cubano. Fueron también posibles
gracias a la nueva época que vive nuestra región, y al sólido y
valiente reclamo de los gobiernos y pueblos de la CELAC.
Han sido una reivindicación para Nuestra América que actuó en
estrecha unidad por este objetivo en la Organización de las Naciones
Unidas y en todos los ámbitos.
Precedidos por la Cumbre del ALBA en Cumaná, Venezuela, los debates
sostenidos en el 2009 en la Cumbre de las Américas en Puerto España,
Trinidad y Tobago, llevaron al Presidente Obama, recién electo, a
plantear un nuevo comienzo con Cuba.
En Cartagena, Colombia, en el 2012, se produjo una fuerte discusión
con un planteamiento unánime y categórico contra el bloqueo, ocasión en
que incitó a un importante dirigente norteamericano a referirse a la
misma como el gran fracaso de Cartagena o desastre —fue el término
exacto— y se debatió sobre la exclusión de Cuba de estos eventos.
Ecuador, en protesta, había decidido ausentarse. Venezuela, Nicaragua y
Bolivia plantearon que no asistirían a otra Cumbre sin Cuba y recibieron
el apoyo de Brasil, Argentina y Uruguay. La Comunidad del Caribe asumió
igual postura. México y las restantes naciones se pronunciaron
asimismo.
El presidente panameño, Juan Carlos Varela, antes de su toma de
posesión, hizo saber con determinación que invitaría a Cuba, con plenos
derechos e igualdad de condiciones, a la VII Cumbre de las Américas y
así lo hizo. Cuba inmediatamente declaró que asistiría.
Se demuestra la certeza de Martí cuando escribió que “un principio
justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”
(Aplausos).
A todos los presentes les expreso la más profunda gratitud de Cuba.
A los 188 Estados que votan contra el bloqueo en las Naciones Unidas,
a los que hicieron similar reclamo en la Asamblea General, Cumbres y
Conferencias internacionales y a todos los movimientos populares,
fuerzas políticas, parlamentos y personalidades que se movilizaron
incansablemente con ese objetivo, les agradezco sinceramente a nombre de
la Nación.
Al pueblo de Estados Unidos que manifestó creciente oposición a la
política de bloqueo y hostilidad, de más de cinco décadas, también le
reitero nuestro agradecimiento y amistosos sentimientos.
Estos resultados demuestran que gobiernos que tienen profundas
diferencias pueden encontrar solución a los problemas mediante un
diálogo respetuoso e intercambios, basados en la igualdad soberana y la
reciprocidad, en beneficio de sus respectivas naciones.
Como he afirmado reiteradamente, Cuba y Estados Unidos debemos
aprender el arte de la convivencia civilizada, basada en el respeto a
las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de
interés común, que contribuya a la solución de los desafíos que
enfrentan el hemisferio y el mundo.
Pero no se debe pretender que, para ello, Cuba tenga que renunciar a
sus ideales de independencia y justicia social, ni claudicar en uno solo
de nuestros principios, ni ceder un milímetro en la defensa de la
soberanía nacional.
No nos dejaremos provocar, pero tampoco aceptaremos ninguna
pretensión de aconsejar ni presionar en materia de nuestros asuntos
internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes sacrificios
y al precio de los mayores riesgos.
¿Acaso podrían restablecerse las relaciones diplomáticas sin reanudar
los servicios financieros a la Sección de Intereses de Cuba y su
Oficina Consular en Washington, cortados como consecuencia del bloqueo
financiero? ¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones
diplomáticas sin que se retire a Cuba de la Lista de Estados
Patrocinadores del Terrorismo Internacional? ¿Cuál será, en lo adelante,
la conducta de los diplomáticos estadounidenses en La Habana respecto a
la observancia de las normas que establecen las Convenciones
Internacionales para las Relaciones Diplomáticas y Consulares? Es lo que
nuestra delegación ha dicho al Departamento de Estado en las
conversaciones bilaterales de la semana pasada y se requerirán más
reuniones para tratar estos temas.
Hemos compartido con el Presidente de Estados Unidos la disposición
de avanzar hacia la normalización de las relaciones bilaterales, una vez
que sean restablecidas las relaciones diplomáticas, lo que implica
adoptar medidas mutuas para mejorar el clima entre ambos países,
resolver otros problemas pendientes y avanzar en la cooperación.
La situación actual abre, modestamente, una oportunidad al hemisferio
de encontrar nuevas y superiores formas de cooperación que convienen a
las dos Américas. Ello permitiría resolver acuciantes problemas y abrir
nuevos caminos.
El texto de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de
Paz constituye la plataforma indispensable para ello, incluido el
reconocimiento de que todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir
su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en
ninguna forma por parte de otro Estado, lo que constituye un principio
irrenunciable de Derecho Internacional.
El problema principal no ha sido resuelto. El bloqueo económico,
comercial y financiero, que provoca enormes daños humanos y económicos y
es una violación del Derecho Internacional, debe cesar.
Recuerdo el memorándum del subsecretario Mallory, de abril de 1960,
que, a falta de una oposición política efectiva, planteaba el objetivo
de crear en Cuba hambre, desesperación y sufrimiento para provocar el
derrocamiento del gobierno revolucionario. Ahora, todo parece indicar
que el objetivo es fomentar una oposición política artificial por medios
económicos, políticos y comunicacionales.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas es el inicio de un
proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales, pero esta
no será posible mientras exista el bloqueo, no se devuelva el
territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo
(Aplausos), no cesen las trasmisiones radiales y televisivas violatorias
de las normas internacionales, no haya compensación justa a nuestro
pueblo por los daños humanos y económicos que ha sufrido.
No sería ético, justo ni aceptable que se pidiera a Cuba nada a
cambio. Si estos problemas no se resuelven, este acercamiento
diplomático entre Cuba y Estados Unidos no tendría sentido.
No puede esperarse tampoco que Cuba acepte negociar los aspectos
mencionados por nuestros asuntos internos, absolutamente soberanos.
Se pudo avanzar en esta reciente negociación porque nos tratamos
recíprocamente con respeto, como iguales. Para seguir avanzando, tendrá
que ser así.
Hemos seguido con atención el anuncio del Presidente de Estados
Unidos de algunas decisiones ejecutivas para modificar ciertos aspectos
de la aplicación del bloqueo.
Las medidas publicadas son muy limitadas. Persisten la prohibición de
créditos, del uso del dólar en nuestras transacciones financieras
internacionales; se impiden los viajes individuales de norteamericanos
bajo la licencia para los llamados intercambios “pueblo a pueblo”, se
condicionan estos a fines subversivos y se impide también que viajen por
vía marítima. Continúa prohibida la adquisición en otros mercados de
equipos y tecnologías que tengan más de un 10% de componentes
norteamericanos y las importaciones por Estados Unidos de mercancías que
contengan materias primas cubanas, entre muchísimas otras.
El presidente Barack Obama podría utilizar con determinación sus
amplias facultades ejecutivas para modificar sustancialmente la
aplicación del bloqueo, lo que está en sus manos hacer, aun sin la
decisión del Congreso.
Pudiera permitir en otros sectores de la economía todo lo que ha
autorizado en el ámbito de las telecomunicaciones con evidentes
objetivos de influencia política en Cuba.
Ha sido significativa su decisión de sostener un debate con el Congreso con el objetivo de la eliminación del bloqueo.
Los voceros del gobierno norteamericano han sido claros en precisar
que cambian ahora los métodos, pero no los objetivos de la política, e
insisten en actos de injerencia en nuestros asuntos internos que no
vamos a aceptar. Las contrapartes estadounidenses no deberían proponerse
relacionarse con la sociedad cubana como si en Cuba no hubiera un
gobierno soberano (Aplausos).
Nadie podría soñar que la nueva política que se anuncia acepte la
existencia de una Revolución socialista a 90 millas de la Florida.
Se quiere que en la Cumbre de las Américas de Panamá esté la llamada
sociedad civil y eso es lo que Cuba ha compartido siempre. Protestamos
por lo que ocurrió en la Conferencia de la Organización Mundial de
Comercio en Seattle, en las Cumbres de las Américas de Miami y Quebec,
en la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague, o cuando se reúne el G-7
o el Fondo Monetario Internacional, donde se le situó detrás de cercas
de acero, bajo una brutal represión policial, confinada a decenas de
kilómetros de los eventos.
Claro que la sociedad civil cubana asistirá y yo espero que no haya
restricciones para las organizaciones no gubernamentales de nuestro país
que obviamente no tienen ni les interesa tener ningún estatus en la OEA
pero sí cuentan con el reconocimiento de la ONU.
Espero poder ver en Panamá a los movimientos populares y las
Organizaciones No Gubernamentales que abogan por el desarme nuclear,
ambientalistas, contra el neoliberalismo, los Occupy Wall Street y los
Indignados de esta región, los estudiantes universitarios y secundarios,
los campesinos, los sindicatos, las comunidades originarias, las
organizaciones que se oponen a la contaminación de los esquistos, las
defensoras de los derechos de los inmigrantes, las que denuncian la
tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la brutalidad policial, las
prácticas racistas, las que reclaman para las mujeres salario igual por
trabajo igual, las que exigen reparación por los daños a las compañías
trasnacionales.
Sin embargo, los anuncios realizados el 17 de diciembre han concitado
reconocimiento mundial y el presidente Obama ha recibido por ello muy
amplio apoyo en su país.
Algunas fuerzas en Estados Unidos tratarán de abortar este proceso
que comienza. Son los mismos enemigos de una relación justa de Estados
Unidos con América Latina y el Caribe, son los que entorpecen las
relaciones bilaterales de muchos países de nuestra región con esa
nación. Son los que siempre chantajean y presionan.
Sabemos que el cese del bloqueo será un camino largo y difícil que
requerirá del apoyo, la movilización y la acción resuelta de todas las
personas de buena voluntad en Estados Unidos y en el mundo; de la
aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en
su próxima sesión, de la resolución que reclama ponerle fin y, muy en
particular, de la acción concertada de Nuestra América.
Estimadas Jefas y Jefes de Estado y Gobierno:
Estimados amigos:
Felicitamos a Costa Rica, al Presidente Solís y a su gobierno por la
labor desarrollada al frente de la CELAC. Damos la bienvenida y
prestaremos pleno apoyo al Ecuador y al Presidente Correa que presidirá
la Comunidad en el 2015.
Muchas gracias (Aplausos).