Quien conoce la Casa de la Trova, en Bayamo, no puede escapar del embrujo de su valor arquitectónico, que data de finales del siglo XVIII y principios del XIX, y admirará eternamente una de las construcciones que sobrevivió al incendio de la ciudad en 1869, cuando sus pobladores decidieron prenderle fuego antes que entregarla a los españoles.
A esa institución cultural, que inició sus actividades con descargas musicales, escénicas y plásticas informales; y también sitio de encuentro de cantantes bohemios le ha nacido una nueva historia de amor.
Así, cuando falta por completo la luz diurna en Cuba, o más específicamente a las nueve de la noche, el tercer miércoles, de cada mes, tiene lugar allí un proyecto artístico interactivo de la Brigada de instructores de arte José Martí, en la provincia de Granma, dirigido a los jóvenes, con espacio para todas las manifestaciones del arte, y que muestra capacidad creativa, sensibilidad, y una coherente interacción entre los lenguajes específicos de las artes como expresión de las formas de sentir, pensar, decir y actuar.
Ya se lo había comentado a Calle Siete, Rafael Ramos Montero, el metodólogo municipal de Educación Artística: "Mientras se perfeccionan profesionalmente, responsabilizándose con la programación y la ejecución no solo de los talleres de Apreciación y Creación, sino con el entorno sonoro visual de las instituciones educacionales, los instructores de arte con cada pincelada o nota musical, con cada gesto o palabra dejan explícita su labor como educadores, creadores o promotores culturales".