La vida es una puesta de sol. Ahora mismo Iraida Escalona Acosta se considera una mujer feliz, y no es para menos: acaba de recibir el módulo de cocción para los alimentos que distribuye desde hace varios años el Estado cubano, para aliviar los dolores de cabeza de la mujer en relación con el combustible doméstico.
“Es maravilloso poder contar con la olla arrocera, la reina, la de presión y la hornilla porque representa muchas ventajas en relación con mi situación anterior, pues no solo permite ganar en tiempo sino también en higiene en la cocina. Definitivamente es mucho más cómodo y más para mí que tengo tres niños pequeños.
“Este programa, que significa ahorro de energía eléctrica para el país, y ahorro para la economía familiar y de Cuba, está bien concebido; a cada nuevo núcleo, entre los que me encuentro, las autoridades le dan el derecho de adquirir los equipos.”
En la casa número 15, de Calle Siete, usted puede encontrarla junto a tres de sus cuatro hijos: Lázaro, Meyli y Leoni, de ocho, tres y un año, respectivamente.
“Agradezco no solo los equipos electrodomésticos, sino la vivienda, que también me entregaron después de haber perdido el pequeño local que habitábamos mis hijos y yo, a causa de la furia de las aguas del río Bayamo”, asegura plena de emoción.
El programa de la revolución energética se instauró en la Mayor de las Antillas para que las familias cubanas tengan la posibilidad de cocinar con electricidad, dejando atrás el uso de los combustibles tradicionales de alto costo, nocivos para la salud y que resultaban totalmente insuficientes, lo que conllevaba al desvío de recursos en unos casos o la utilización irracional de la electricidad con artefactos rústicos y peligrosos en otros.
Iraida está feliz, y sus vecinos también.