Este
martes tuve la oportunidad de participar en el espacio Tengo una
historia que contar, auspiciado por la delegación de jubilados y
colaboradores de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), dedicado a
rescatar la memoria histórica de la prensa en el territorio, conducido
por la pedagoga Isabel Labrada.
Coincidí
al encuentro con vecinos, amistades, historiadores, reporteros,
fotógrafos, personalidades de la Cultura, como Carlos Rodríguez Lora y
Lucía Muñoz Maceo, además de que asistió Ana Lidia Paneque Fonseca,
hija de Robert.
Por
Paneque, quien fue el tesorero de la primera célula del Movimiento 26
de Julio en el municipio de Bayamo, Isabel conoció los pasquines y
rejuegos electorales de antes del triunfo del 1 de Enero de 1959, en los
que se postulaban personas aun cuando no estaban inscriptas.
La
experiencia de este hombre sensible, que amaba y respetaba a su esposa
Lidia, tenía una capacidad envidiable para enseñar, frecuentar y
conducir a los jóvenes a las esencias de la nación, comenzó a forjarse
mientras vendía, por las calles de la ciudad, las piezas de yarey
tejidas por su madre, y mediante los diferentes oficios, como
limpiabotas o barbero; pero, sobre todo, sobresalía por su humanismo,
pensaba siempre en el otro y en el más necesitado.
Calle
Siete concuerda con los asistentes a ese diálogo íntimo y familiar en
la necesidad de que su figura habite el Museo de cera, único de su tipo
en Cuba.