Lisandra, Mirtica y Elena tienen la vitalidad propia
de la juventud. Ellas son estudiantes de sexto año de Medicina y ahora mismo ríen, no solo porque la risa destierra la tristeza
de sus corazones, sino porque entre un tema y otro las bromas desplazan un poco
el miedo escénico para abordar un tema que ha causado gran impacto en la
sociedad cubana: el aumento salarial para más de 440 mil trabajadores del
sector de la Salud.
Presentada por Marino Murillo y que tiene que ver
con los lineamientos 154, 160 y 171 del VI Congreso del Partido, la medida
responde al principio de distribución socialista de que el obrero reciba el
salario y los beneficios de acuerdo con el valor del trabajo aportado.
Lógicamente sería ingenuo e irresponsable
pretender que con la medida decodificamos el ábrete sésamo que va a incrementar por arte
de magia el producto interno bruto requerido por la economía. No! Además de la
tecnología y la calificación técnico-profesional de la fuerza de trabajo
resulta imprescindible elevar la PRODUCTIVIDAD, ser más eficaces y eficientes
en los procesos laborales y en la participación de los programas esenciales de
transformación social.
Cuba cuenta con un Sistema de Salud bien
estructurado que comienza con la prevención, además de las acciones integrales dirigidas al
individuo, a la familia, a la comunidad
y al ambiente.
Empero, en el caso que nos ocupa, Calle Siete
reconoce la humildad, la calidad humana y la sencillez con que, el ejército de
las batas blancas, como lo calificó Fidel hace unos años, asume el ejercicio de
su profesión y se dedica plenamente a preservar la vida de los demás.
La realidad es que las jóvenes, quienes en julio
egresarán de la Filial de Ciencias Médicas Doctor Efraín Benítez Popa, de
Bayamo, están más motivadas, y con
muchas razones para sonreír. Solo que ahora todas las miradas de los pacientes
van a converger hacia un solo punto: la calidad en el servicio asistencial. Yo
también estaré observándolas.