- Y ellos de mí!!!!, contestó tajante Eliecer Traba Tornés.
Y lo entiendo, en esa respuesta de quien tuvo que asumir la insoportable ausencia de la madre de sus hijos, desde sus primeros años, hay un trozo de la vida de Elizabeth y Elder narrado con tiras de angustia; y al mismo tiempo sintetiza la experiencia y perspectivas con que los atendió, les dedicó cada instante, cada día, los formó y se hizo su amigo, porque para un padre no hay imposibles, y un padre no es cualquiera.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal mientras pienso este tercer domingo de junio en aquel encuentro y los recuerdos arrastran a mis dedos a escribir sobre uno de los hechos más singularmente repetido en la historia del ser humano: el amor por su progenitor.
El hecho encierra en sí mismo la belleza y la emoción insustituible por la celebración hoy del Día de los padres, una magnífica oportunidad para recordarle a ese hombre que señaló nuestro camino con optimismo y confianza que nadie ocupa un lugar tan importante en un rincón del alma.
Calle Siete reconoce ese torrente amoroso renovado, fluido, claro, espontáneo que encontramos en quien nos protege, cuida, aconseja y se preocupa por una fiebre o una desilusión amorosa, y siempre, siempre está a la expectativa; aunque haya algunos que no alcancen a conocer el significado de ser papá.
Yo tengo la dicha de contar con mi padre. Él se crece hacia la infinitud de mi vida, la de mis hermanos, mis sobrinos y mi hijo, y la de sus hijos, quienes se multiplicarán cual raíces que beben de su savia.
!Felicidades, Papá!