Nadie puede ignorar que entre la fantasía de los tres años y la realidad de los 18 existe un universo de anécdotas, historias y sueños recorriendo los laberintos de la memoria y listos para salir, como la fiera que espera agazapada el instante preciso para atrapar a su presa. Así son los recuerdos!
Lo sé, y Calle Siete también, porque disfrutamos juntos vivencias comunes, acordes con las perspectivas de Daniel Ramírez Blanco, mientras aprendía a amar a Cuba jugando a vestirse con gorra y zambrán verdeolivo, en tanto improvisaba atmósferas militares, por encima de toda perfección académica y basándose solo en el atractivo de los modernos medios de combate.
Hoy, sin que su voluntad o la mía pueda interferir o modificar el escenario de voces de mando resonando en la explanada de la unidad que apoya el aprendizaje lo imagino preparándose en medio de hierros rechinando por doquier y un arsenal de sonidos onomatopéyicos que avisan el próximo ejercicio.
De Bayamo, mi hijo, Yeison, Arián, Dasiel y muchos jóvenes colegas de idéntico grupo etario se llevaron el interés de aprehender la técnica y la disposición combativa; de La Habana traerán la pericia en el manejo de los mordernos medios.
Se ha dado, sin dudas, un paso importante en la preparación del pueblo para la defensa del país; y yo contaré, cuando regrese, con un joven más fuerte física y militarmente, que llevará sobre sus hombros el compromiso social de defender la tierra de sus ancestros y que germinará para sus hijos. Estoy segura.