“A cada tiempo su arte, a cada arte su libertad”.
Si me preguntaran dónde están los límites estéticos y técnicos para desbrozar los nuevos caminos que el contexto del siglo XXI ofrece a la creatividad de los artistas, aseguraría, sin temor a equivocarme: en los salones de la UNEAC.
Lo he vivido en el de las artes plásticas 2014, inaugurado recientemente en Manzanillo -el segundo municipio en importancia de la suroriental provincia de Granma, y donde nació Julio Girona Fernández; el cual presupone una exposición conceptual que abarca una
secuencia de valores personales transmitidos por los creadores a los espectadores, desde cualquier perspectiva de la observación, a través de líneas, sombras y colores.
Quedó claro que arte es sentimiento, y en ese sentido las obras expresan lo que los creadores, en tanto seres humanos al fin, desean exteriorizar, de acuerdo con sus propios patrones estéticos de belleza y desde la más íntima percepción, en armonía perfecta con el contexto social, con la realidad y con una carga de subjetividad tal, que hace a cada pieza única y al mismo tiempo cambiante.
iQué maravilla de arte! Hay tantas emociones, tantos destellos de vida y recuerdos que Calle Siete prefiere dejar su entusiasmo y poner ante la mirada y el juicio crítico de sus amigos algunas de las obras del Salón en su VIII edición.
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