miércoles, 31 de octubre de 2012

Sandy

 He llorado. Desde que Sandy hizo estragos en las provincias orientales, fundamentalmente en Guantánamo, Holguín y Santiago de Cuba, no he podido comunicarme con mi familia que vive en el último territorio mencionado, y es angustiante.
Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de Cuba, una de las primeras siete villas, fundada en 1515 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar ha sentido la furia del huracán que entró con categoría dos en la escala Saffir-Simpson y sus atractivos vistieron otros colores. 
Se dice y no se cree. Cuenta Marlene Montoya, una periodista del periódico Sierra Maestra,  que en Mar Verde, la playa ubicada a 19 kilómetros de la capital provincial nadie olvidará la medianoche del 24 de octubre.
El mar, -asegura- tenía un rugido aterrador, y en su avance 200 metros tierra adentro, con gigantescas olas, arrasó 25 viviendas y todo el tendido eléctrico.
En Granma,  no obstante  las medidas adoptadas también Sandy dejó sentir su ira, hubo derrumbes, evacuados, desmovilización de los hombres que recogían café en las montañas, apagones, ríos crecidos, cables eléctricos y de comunicaciones en el suelo y otros daños, pero incomparables con los de otros territorios.
Calle Siete conoce que los perjuicios resultaron menores  gracias al ascendente desarrollo  del Sistema de pronósticos y avisos, y al trabajo de la Defensa Civil.  La imagen desoladora no durará mucho tiempo por la ayuda solidaria de países como  la República Bolivariana de Venezuela, la estrategia del Estado para estos casos y la colaboración de las demás provincias cubanas.
Raúl Castro Ruz, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, estuvo allí. En breve la Ciudad Heroína recobrará el donaire que la distingue.
Ya me enjugué las lágrimas. Ahora me voy,  intentaré llamar nuevamente a Santiago.

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