Hoy retorno a Calle Siete, mi amado sitio, al que he dedicado tiempo de calidad, sobre todo por los queridos amigos de bloguilandia, para felicitarlos: unos, existen desde la Enseñanza Primaria, en la escuela Mártires de Girón, del reparto Marianao, más conocido como Manopla, otros de la secundaria básica o el preuniversitario, y quizá, de la Universidad, en la provincia de Santiago de Cuba, o esos que vas fomentando en el largo camino de la vida.
Desde este confortable rincón de las palabras, donde anhelo estar conmigo misma, en mi entorno, espacio de confort, como prefieren llamarlo algunos, puedo enterarlos de mis más recientes andanzas por las cálidas arterias de Bayamo, las mismas que nos invitan a ver, en estos primeros días de enero, las estrellas brillar con especial luz contra el cielo casi negro, a veces gris, por las nubes.
En el 2015, me impactó, tanto como a mis vecinos, coterráneos y paisanos, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, además de que en las últimas horas de ese año tuvo bastante de magia el paisaje de mi barrio: el reencuentro de muchas familias y el humo del cerdo asado para la comida.
Con amor y detalles deseo que resulte el 2016 para ustedes, porque la vida es más sencilla que lo que, en ocasiones, pensamos. En mi casa, todo fue alegría, ilusiones, risas, por las travesuras de Lorena, y hermosos sonidos, hasta no poder oírlos más que en el recuerdo.
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