La conversación surgió espontánea,
como suele ocurrir cuando se reúnen amigas y los diálogos derivan hacia las
relaciones de parejas o exparejas, los conflictos, los abusos sobre los
derechos de la mujer, sin distinción de posición económica, de religión, raza o
de cultura, porque el hombre se cree dueño y señor de su vida.
Mientras la joven describía el
pensamiento retrógrado de su ex, las humillaciones a las que fue sometida por
no preocupar a sus padres o por el qué dirán, yo recordaba que hoy se celebra
el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer,
instaurado en 1999 por la Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas.
Ella, que muchas veces prefería
callar por los mitos, los prejuicios sociales, para evitar conflictos mayores
que condicionaran la violencia física, era víctima del maltrato psíquico que
deterioraba su autoestima y le dejaba sentimientos de culpabilidad.
¿Cómo dejar de sufrir los traumas,
desajustes de la personalidad, trastornos depresivos, dolores de cabeza,
predisposición al consumo de alcohol o a la falta de motivación por el arraigo
y la intransigencia machistas todavía presentes en la sociedad y obstáculo
a la plena igualdad de la mujer?
Hay muy buenas relaciones en las
familias, pero también mucha violencia detrás de la puerta de la casa y muchas
mujeres no tienen la percepción de que son víctimas, no la reconocen, aun
cuando Cuba, con el protagonismo de la Federación de Mujeres Cubanas y la Casa
de orientación a la mujer y la familia, ha dado pasos importantes en la
incorporación de la mujer al desarrollo del país, a los puestos de
dirección y a la superación académica y cultural. Solo depende de su desempeño
laboral su eficiencia y su inteligencia.
Calle Siete sueña con la
emancipación real de la mujer.
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