viernes, 17 de julio de 2009

Daniel

Apacibles, como el baobab milenario de un bosque virgen, están las aulas, y aún se escuchan, desde su interior, ecos de vibraciones, música, el sonido de las tablas … susurros, voces menudas, cristalinas … Daniel de Jesús Ramírez Blanco acaba de terminar el segundo año de Bachiller en Humanidades e instructor de artes plásticas en la escuela José Martí, de Holguín.
Quizás en el curso escolar no le bastó el encanto de pintar un gallo, un rostro, o el mundo tal cual se presenta, o advertir en los libros que los héroes son hombres de ayer, de hoy y de siempre, sino que en esta isla de Cuba, ¿real o imaginaria? La savia se humedece con el corazón, esfuerzo, voluntad y un poco de palabras.
A ese universo mágico y espléndido que es el conocimiento junto a la osadía de comprender lo nuevo sucede la maravilla -este domingo de julio- de soñar, soñar mucho como un niño sueña y soñar tan alto que alcance las estrellas, o si lo prefiere, puede hacer saltar la espuma como merengue o como pedacitos de algodón, en un entorno hermoso y cuidado para cabalgar sobre cuentos de papel.
Así, como hechizados con la ternura, el exquisito vuelo de cada frase y las hermosas carcajadas que invadirán nuestros hogares en este Día de los niños, desde Bayamo o cualquier rincón de la geografía granmense es preciso que Vilma, Elisa, Iliana y Alina desempolven los recuerdos y junto a Eugenio, Patricia, Marquito, Amanda, Alinita, Ángeles, Isabela, Laurens y Lorena echen a volar la fantasía en un juego de amor y amistad para hacerles andar.
¿Vamos a jugar? Solo hay una condición: Tener amigos.