Tanto Bayamo, municipio donde está la sede, como en la suroriental provincia cubana de Granma, los lectores y también sus profesionales recuerdan ese hito fundacional, en el que no han faltado los momentos de euforia ni los de desaliento, ni las madrugadas después de jornadas maratónicas para conseguir la información, que muchos no quieren revelar, y otras para separar el grano de la hojarasca y darle lo que entendemos que es mejor para usted y nuestra estima.
Al periódico, no le debe faltar la imaginación ávidamente curiosa, emoción más íntima, más espontánea, más enérgicamente original y mucho menos la fuerza creadora de nuevas energías espirituales para llegar a la verdad que está por ahí y hay que alcanzarla, acariciarla y presentarla con un poco de esfuerzo de todos: unos escribiendo o fotografiando, otros revisando y otros leyendo... participando.
Amo esa dinámica inquietud del pensamiento que habita en el periodismo, de ese duendecillo que, vestido modestamente con ropaje de papel o desanda la red de redes va a todas partes, abre todas las puertas, cultiva la inteligencia, despierta el alma, cuestiona, renueva, construye, conmueve, subleva, apasiona, orienta, calma, vigila... lucha.
Para Calle Siete si existe un arma formidable de cultura, ese es el periódico.