
Mientras voy caminando por la memoria tratando de atrapar cada detalle de la educación, reafirmo que cada semana Bayamo sigue tejiendo su propia historia; por ejemplo en esa institución de Enseñanza Primaria, -ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, frente al conocido como parquecito de los coches- recientemente reparada, recibieron sus primeras clases José Antonio Saco, Carlos Manuel de Céspedes, Pedro Figueredo y otros líderes que participaron en las guerras por la independencia de Cuba.
Ya no hay movimiento de cemento ni de arena; pero sí olor a pintura fresca. Siento un orgullo ilimitado, pongo un punto y aparte, pulso la barra espaciadora antes de escribir otro párrafo, supongo que funciona como el aire que inhalaba y exhalaba mi madre antes de aprender a leer el abecedario antes de aquel bendito Primero de Enero o tal vez representa la esperanza de poder dibujar con palabras la connotación del proceso docente-educativo para los cubanos.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, dijo en Ciudad Escolar Libertad, de La Habana, que en las escuelas debe primar un ambiente educativo que permita crear la base para que la sociedad pueda afrontar y resolver los señalamientos hechos por el General de Ejército Raúl Castro en su discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Entanto en Calle Siete, a pocos metros de mi casa, Lisandra, una estudiante universitaria con el pelo negro como azabache y un flequillo que cae en su rostro repasa sus clases de Anatomía, Danielito ya no duerme las mañanas porque dice que va a la escuela a aprender y a jugar.
Yo sé que jugando también se aprende.