jueves, 3 de mayo de 2018

Bayamo y el 1 de Mayo



Generalmente me niego a plegarme a la verdad genérica de los recuerdos, porque esa verdad deja afuera la abundancia sensorial de la experiencia. Y la memoria, ya lo saben, o lo deben saber, no funciona de manera fotográfica.
Empero, desde el mismísimo 30 comenzó a dibujarse en mi mente el despertar para el Primero de Mayo, Día internacional de los trabajadores, siento el olor de determinado perfume, la energía, cierto sabor, cierto sonido y entro en ese tipo de edén sensorial en el que de la Plaza de la Patria, de Bayamo, y Calle Siete emana el mismo aroma que en el resto de la geografía de la suroriental provincia de Granma.
Con los primeros rayos del Sol los apurados pasos para el reencuentro con los colegas, los colores de la Bandera de la estrella solitaria, las iniciativas de los maestros vestidos como alumnos de la Enseñanza Primaria, así como Elena Maillo y Adaís Ramírez, entre otros, pretenden lucir el uniforme azul en un espacio para celebrar, en agosto venidero, la idea de Fidel Castro de las escuelas en el campo.
 Porque el desfile es también eso, un mundo de sensaciones, motivaciones, alegrías y sentimientos. Y no dejo de emocionarme, además, por los 89 años de vida de mi madre, ella ha sido, igualmente, protagonista de la realidad que construye Cuba.