domingo, 12 de enero de 2014

Celia Sánchez y mi tía Ana Ibis

No es viril llorar por los amigos que se han ido a lugares donde no conocemos y, sin embargo, algún día iremos todos. Por eso, mientras observaba a mi tía Ana Ibis, este día 11, elegí recordar a Celia Sánchez Manduley de forma distinta. Me resultan tan diferentes físicamente y al mismo tiempo tan parecidas!
A Celia la conocí en las lecciones de Historia en la  escuela primaria Mártires de Girón, de Bayamo y, después, vacacionando con mi familia  supe del amor y el respeto que le profesó siempre Santiago de Cuba, por su entrega sin límites a las tareas revolucionarias y su devoción para dar solución o respuesta a cualquier preocupación del pueblo.
Más tarde cuando trabajé como especialista del Atlas de la Cultura en  la Dirección sectorial,  tuve la oportunidad de visitar Manzanillo, Media Luna, su ciudad natal, Niquero y Pilón, municipios granmenses donde fundó, dirigió el Movimiento 26 de Julio y donde, igualmente, se integró al Ejército Rebelde.
En mi casa siempre recuerdan con mucho cariño su humildad, su modestia, su humanismo, su vocación martiana ... y además porque su mano y su corazón estuvieron presentes en lugares como el Parque Lenin, el Palacio de Convenciones de La Habana, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y en las primeras instalaciones del Campismo Popular.
Mi tía Ana Ibis Machado se le asemeja mucho en que siempre anda buscando qué hacer, le gustan las mariposas en el más grande búcaro de la sala su casa, las plantas, es solidaria con todos y proyecta una humildad que estremece. 
Bajo la mirada auténticamente cubana de estas dos mujeres Calle Siete nunca zozobra. Yo les doy mis manos y mis fuerzas. Por favor: No me dejen sola!