viernes, 10 de abril de 2009

Ellas

Bayamesas amas de casa, en su afán por limpiar de suciedades el lugar que habitan, se empeñan en demostrar que vale el esfuerzo diario, a cambio, reciben la gratitud de sus vecinos.
Ebis, Luisa, Ana, Marta y Tere, las más recurrentes en acudir a la cita se levantan bien temprano para danzar al compás del movimiento armonioso de la escoba, mientras comentan el parte del tiempo que ha dado Rubiera, uno de los meteorólogos de la Televisión cubana, y el más reciente acontecimiento del barrio.
Ellas están conscientes de que no basta con barrer la basura y han creado una especie de cofradía de un sentimiento tan noble como la solidaridad entre, y para, los habitantes de Calle Siete, en el reparto El Valle, en Bayamo, Granma.
Y es que estas mujeres saben que es mejor ser útiles que princesas. Con esa filosofía apoyan aquí o allá, lo mismo a Norma, la señora discapacitada de la esquina, que a Ramón y a su esposa, quienes presentan más desventajas actualmente en la comunidad, o a Margot, la jubilada con más falta de afecto que de recursos materiales.
Pero no son las primeras ni las únicas en ocuparse de realizar esta tarea con suma agilidad, destreza, desinterés y candorosamente, en muchas provincias de Cuba se ha preservado esa tradición tan bonita de higienizar y ayudar.