martes, 13 de diciembre de 2016

Bayamo llora de pie



He leído y releído esta crónica del colega Martín Corona Jerez y siempre me estremece, ahora  Calle Siete somete a juicio público esta clase de historia que me hubiera gustado escribir.
A las 8:00 de la noche del 2 de diciembre de 2016 llega el cortejo fúnebre con las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al centro histórico de esta ciudad, la más cubana de Cuba.
No se ven estrellas en el cielo, es suave la brisa y levemente mueve a miles de banderas cubanas de todos los tamaños.
Recibe a la caravana una multitud triste y enardecida, en la capital de Granma, exactamente 60 años después del desembarco de los expedicionarios, liderados por Fidel, del yate que da nombre al territorio.
Entra a uno de los rincones más cálidos del corazón de la Patria, por el espacio que une a las plazas del Himno Nacional y de la Revolución.
Le da la vuelta a esta última, y miles de hombres, mujeres, jóvenes y niños cantan el Himno, agitan banderas, levantan pancartas, saludan marcialmente, dejan correr lágrimas, hacen fotos, dan vivas al héroe y gritan ¡Yo soy Fidel!
Dar la vuelta significa apreciar la plaza que los mambises denominaron de la Revolución, cuatro palmas, largos bancos de granito, un busto de Perucho Figueredo, y una estatua de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.
El cortejo pasa cerca, muy cerca, de los espacios donde nacieron Céspedes, Figueredo, Francisco Vicente Aguilera, Donato Mármol, Manuel Muñoz y otros fundadores de la dignidad cubana.
Cerca, muy cerca, de donde el pueblo estrenó el Himno Nacional, un dominicano firmó el acta primera de triunfo para las armas cubanas, Céspedes decretó la abolición de la esclavitud, y centenares de patriotas quemaron sus casas, para seguir la guerra en bosques y montañas.
Cruza ante el balcón desde el cual Fidel habló a los bayameses, el 2 de enero de 1959, cuando encabezaba la Caravana de la Libertad.
Bajo ese balcón, la legendaria Banda municipal de Conciertos de Bayamo interpreta el Himno Nacional, como hicieron los fundadores de la agrupación en 1868, cuando acompañaban a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.
También ofrece la Marcha del 26 de Julio, como en 1959, al recibir -aquí­ a Fidel y La Caravana de la Libertad.
Continúa su marcha el cortejo y pasa frente a los sitios donde vieron la luz Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José María Izaguirre y Manuel del Socorro Rodríguez, y por delante del Retablo de los Héroes, representativo de la generación de 1868.
Se detiene, para esperar al nuevo día, en el Parque-museo Ñico López, que ocupa el área del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, atacado el 26 de julio de 1953, simultáneamente con el Moncada, de Santiago de Cuba.
A Bayamo, ha llegado por la Carretera Central y andado tramos de las calles Perucho Figueredo, Juan Clemente Zenea, Francisco Vicente Aguilera, José Joaquín Palma, Libertad, Canducha Figueredo, Calixto García, Francisco Maceo Osorio, José Martí, Augusto Márquez y Abighaíl González.
Llora un pueblo, se estremece una nación, canta lento el corazón de Cuba y veo en el cielo, porque no caben en la tierra, gigantografías que acompañarán al Comandante en la eternidad:
¡Fidel, Cuba te llora!
¡Fidel, Granma te ama!
¡Fidel, Bayamo te adora!
¡Fidel, Manzanillo te abraza!
¡Fidel, La Demajagua te alumbra!
¡Fidel, Dos Ríos te reza!
¡Fidel, Las Coloradas te arrulla!
¡Fidel, Cinco Palmas te besa!
¡Fidel, el Cauto te espera!
¡Fidel, La Plata es tu casa!
¡Fidel, la Sierra Maestra te canta!