miércoles, 11 de julio de 2018

Mucho ruido y poca agua

Decenas de confusos sonidos se combinan de formas distintas; pero el tema que rompe, inevitablemente,  el bullicio habitual de Calle Siete hiere la imaginación de sus vecinos: el agua potable.
En el reparto El Valle, de Bayamo, municipio capital de la provincia de Granma, muchos pensaron que el esfuerzo de las autoridades políticas y gubernamentales, junto a las labores  de Acueductos y Alcantarillados de la localidad por mejorar la entrega del preciado líquido en los hogares tendría una respuesta duradera.
Una magnífica noticia nos despertó una mañana, entonces se cambió la vieja tubería. Ahora, con nuevos proyectos y por segunda ocasión, se instalan  acometidas con recursos de calidad, no obstante, en la mencionada arteria bayamesa ubicada entre 10 y 12 las personas duermen, pero no descansan, porque el trabajo no se ha concluido. Ya han pasado tres días, faltan tubos por conectar y no aparece el agua que han de beber.
La situación del servicio de abasto de agua no atraviesa por su mejor momento ni Acueductos y Alcantarillados ha mostrado que cuenta con especialistas, personal e inspectores ocupados y preocupados por la eficacia de lo realizado.
No es fácil. A Leandris, por ejemplo, le comunicaron que tiene que esperar  para que su vivienda cuente con la  red  y la explicación recibida no resultó demasiado convincente; Maidelis, la hija de Maritza, ya anduvo reclamando; Ana Vázquez peleaba voz en cuello esta mañana; Elsa preguntaba si había agua, aunque fuera para halarla con turbina,  y muchos permanecen absortos ante el riesgo de padecer una crónica escasez del  producto.
Definitivamente, estoy insatisfecha e inconforme con quienes pretenden trocar las esperanzas, sacrificios de Cuba y expectativas de Calle Siete en contradictorias pasiones o en una peligrosa aventura de promesas y confusiones.
Empero, yo confío, porque entre el mundo de lo bueno, las inquietudes y las respuestas que merece y espera la población, existe un abismo solo salvable mediante la palabra, no la tímida o perezosa ni la de abigarrados conceptos, sino la digna, oportuna, certera, con acciones, y sobre todo, con agua.