martes, 18 de mayo de 2010

Pipo

¿Quién quiere desempeñarse en el oficio? ¿Quién tiene vocación para una profesión en la que las dos manos se vuelven una, diestra y segura? Yo sé: Fernando Alcolea Hernández, o Pipo, el zapatero, como se le conoce en Calle Siete.

Desde que el hombre sintió la necesidad de protegerse los pies surgieron los zapatos, que han ido evolucionando de acuerdo con las diferentes formaciones económico-sociales, y aparecieron, al mismo tiempo, los zapateros remendones.

Pipo llegó mucho tiempo después, él tiene apenas cuarenta y cinco años, y aunque no gusta de recordar las circunstancias que lo llevaron a trabajar el cuero, afirma que aprendió el oficio en la cárcel de Bayamo.

Lo observo, escudriña en su memoria y dice: “Es duro recordar una etapa difícil de mi existencia, pero las enseñanzas están ahí recordándome un pasado al que no voy a volver; ahora estoy reinsertado a la sociedad gracias a las bondades del Sistema penitenciario de Cuba, a la oportunidad de ganar dinero honradamente, y al seguimiento que les brindan a quienes delinquen”.

Así es la vida, a veces son muy duras las lecciones, pero hay que aprender, y como dijo Almafuerte: “Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas: no han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas.”

sábado, 1 de mayo de 2010

Primero de Mayo

Tengo hoy dos poderosas razones para festejar este Primero de Mayo: Día internacional de los trabajadores y el cumpleaños 81 de Ebis Luisa González Tornés, mi madre.
Si dominara la lírica inobjetable de un buen poeta pudiera describir, con todo su colorido y todo su encanto, las pasiones más reveladoras, quizás, del discurso interior de la más simple de las mujeres o de los hombres que amamos a Cuba –con sus virtudes y defectos- y estuvimos en el desfile de la bayamesa Plaza de la Patria este Primero de Mayo.
En Calle Siete la algarabía comenzó desde bien temprano, Alexei recogió a Robert, Milagro dejó a Yasmani al cuidado de un vecino, y Eugenio, el niño de Vilma, olvidó la gorra; Loraine y Benito llevaron a Laurens María y a Lorena; Lisandra salió con sus compañeros cuando el sol aún no había asomado su rostro más limpio; pero allí estábamos todos.
Así somos los cubanos, constantes obsesivas de una identidad latente en el ritmo, las canciones, la alegría, la fiesta de los trabajadores -que no reclamamos como los mártires de Chicago la jornada de ocho horas- como reflejo de un universo que va más allá de la ficción-realidad, de la relación entre lo humano y lo divino, entre el amor y lo auténticamente maravilloso de su gente.

Hola, Carlos

Carlos, un cubano residente en España, me escribió: "Hoy he perdido el autobús que me llevaba al pueblo donde vivo y por eso he visto tu blog (No estaba planeado así). Yo también nací en Cuba pero no me siento de ninguna parte: el concepto de patria no es algo que me agrade. Me gustaría que conectases conmigo para que me digas como ves el mundo desde allí".

Carlos, te doy las gracias por haber llegado hasta Calle Siete, debe ser muy triste no sentirse de ninguna parte, deseo de todo corazón hurgues en tus sentimientos, y si conoces a José Martí, el más universal de los cubanos, tengas presente alguna vez que dijo que Patria es humanidad. Yo veo a mi Patria y la siento, por ejemplo, en el desfile por este Primero de Mayo y contra las manipulaciones de la Unión Europea y sus lacayos que nos ven desde el prisma de sus intereses.

Quienes asistimos esta mañana a la Plaza de la Patria en Bayamo lo dejamos bien claro, eso, para mí es Patria, pero no solo sucedió en la capital de la actual provincia de Granma sino a lo largo y ancho de toda la Isla.