domingo, 2 de octubre de 2016

Ancianidad en Cuba



Mi madre ha sido muchas cosas en la vida, desde trabajadora doméstica y dama de compañía  hasta costurera, un oficio que le abrió muchas puertas y que sacó a su familia de muchos apuros.
Conversando sobre su juventud me dice ¨vamos a comenzar desde el principio¨ y recuerda cómo aprendió a leer y a escribir motivada porque las primas se pasaban papeles y ella no entendía ni la jota, allá en Guasimilla, un barrio rural de la periferia del municipio de Bayamo, capital de la provincia de Granma.
¨Cuando miro mi vida hacia atrás no me explico cómo pude aprender, ayudar a mi mamá a cuidar de  mis hermanos y años más tarde además alfabetizar a Orlando (mi padre)¨.
Hoy mami sobrelleva sus 87 años de edad con tratamiento para su afección cardiaca y mi papá cumplirá en noviembre venidero 83:¨El único problema mío son las piernas, que ya no quieren acompañarme al recorrido un día sí y otro no al reparto Siboney, para ver cómo la han pasado mis hermanos¨, asegura.
Envejecer es parte  de la vida  y no siempre resulta, lamentablemente,  un proceso idílico, he sufrido en mis padres un poco de depresión por haber visto cómo se los dejaban tres de sus hijos, falta de audición y uno u otro problema que los han llevado a comprender que ya no son los mismos de antes y que requieren cuidados diferenciados.
Socialmente el Estado dedica  los recursos humanos necesarios que garantizan salud y asistencia social para que los adultos mayores disfruten de una vejez con óptima calidad de vida.
Al cierre del trienio 2011-2013, la esperanza de vida al nacer de la población cubana en general llegó a 78,45 años, cifra que coloca a la Mayor de las Antillas entre las 25 naciones del mundo más aventajadas en ese importante indicador del progreso humano de una sociedad.
Con este trabajo Calle Siete quiere recordar que el primero de octubre está declarado como Día mundial de la ancianidad.