jueves, 14 de febrero de 2013

Amor

Una palabra equivale, sencillamente, al concepto del que es portadora; así cuando utilizamos determinada palabra, precisamos las propiedades de ese concepto. Por eso cuando una colega del departamento de Redacción de La Demajagua afirmó que dejó de buscar el amor porque entendió que  no se busca ni se espera, pues su único interés es el de dar, comprendí la inmensidad que cabe en solo cuatro letras.
He vuelto a descubrir el significado de ese concepto universal, interpretado como el resultado de una serie de actitudes,... emociones, que nos empeñamos en experimentar por nosotros mismos, no obstante las circunstancias, en época de amores intempestivos y desamores.
En las redes sociales es recurrente leer que siempre que sea posible deberíamos  decirles a otros cuánto los amamos; yo, incluso, reflexionando un poco sobre tal sentimiento pudiera proponer llevarlo un poco más a las acciones: a la sonrisa, la amabilidad, la bondad, la camaradería ...  porque la vida es eso y está llena de afectos que todos necesitamos y agradecemos.
Y así anda por el mundo Cupido, haciendo travesuras, ora como importante facilitador de las relaciones interpersonales, como tema frecuente en las artes creativas o en las sorprendentes conversaciones de las muchachas de 50 que trabajan en mi departamento; ellas, que viven entre jóvenes, irradian cada mañana una alegría contagiosa mientras crean nuevas historias de amor.
Hoy quiero ser feliz pensando en Hugo Rafael Brizuela, ese hombre que poco tiempo ha quiso regalarme la declaración de amor más sublime del universo y que había ensayado tantas veces, cuando apenas nos paseábamos por la adolescencia; entonces estábamos muy lejos de las computadoras, las tecnologías, los software, los antivirus, los viajes a Marte y guerra con drones.
Calle Siete, por su parte, prefiere asegurar que el amor es sabio, él lo puede todo.  Así de simple, porque puede hacer que la felicidad  habite en cualquier pecho. También lo creo!