lunes, 12 de octubre de 2015

Imagínate un día sin agua

En menos de una semana he leído varias noticias sobre la sequía, a tal punto que se ha convertido en un problema para la humanidad, puesto que las dos terceras partes de esta tiene el peligro de padecer una crónica escasez de agua hasta el 2025.
Una de cada siete personas en los países del este europeo no tiene acceso al agua potable. La situación se acentúa con el crecimiento desmedido de las metrópolis. Los estudios demográficos señalan que en el citado año habrá unas 650 ciudades con una población de un millón de habitantes, por tanto habrá mayor consumo.
Cuba no será la excepción en este delicado asunto. Cubadebate publicó recientemente que la disponibilidad de agua en La Habana continúa desfavorable y el 2015 ya califica como uno de los más secos en los últimos 10 años, al registrarse solo el 73 por ciento de la media histórica de precipitaciones para esta zona del país, y un nivel adverso en las fuentes que abastecen la ciudad.
En Granma, aunque la capacidad total de las 11 presas que administra Recursos Hidráulicos (940 millones 620 mil metros cúbicos) ha mejorado, estas no alcanzan el 50 por ciento de llenado. Un hecho igualmente delicado.
Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas ha dicho que: "Uno de los problemas más alarmantes que encara el mundo de hoy es conseguir suficiente agua potable para todos los habitantes del planeta. Con demasiada frecuencia, donde hace falta agua, lo que hay son armas".
Por eso, Calle Siete detesta el sonido del agua, no de los hilos de agua que descienden de las montañas con dificultad entre las piedras de sus cauces, sino el del agua malgastada, la que se desperdicia mientras nos cepillamos los dientes con la llave abierta o fregamos un vaso con cinco litros del preciado líquido cayendo a borbotones, o, como en algunos repartos de Bayamo, donde personas indolentes la dejan escapar por las aceras un día entero, sin que haya una medida ejemplarizante, o cuando no se detiene con prontitud determinado salidero. Duele y lastima.
Si conocemos que habrá importantes variaciones del régimen pluvioso, por qué no empezamos a cuidar conscientemente este recurso de la naturaleza y a hacer un uso racional del agua.